Un problema de herencias
Bertha Krupp von Bohlen und Halbach nació el 29 de marzo de 1886 en la ciudad alemana de Essen. Su madre, Margarethe von Enden, se había casado con uno de los magnates del acero y el carbón germano, Friedrich Krupp. La pareja tuvo sólo dos hijas, Bertha, la mayor, y Bárbara, la pequeña. Se planteaba entonces un problema con la herencia de la dinastía de los Krupp pues que una mujer asumiera el control de tal imperio industrial era algo totalmente inaudito. Cuando en 1902 fallecía Friedrich Krupp, Bertha, con tan sólo dieciséis años, se convertía en la propietaria de Krupp. Ante tal situación, la única solución pasaba por encontrar un marido que estuviera capacitado para liderar la dirección de la compañía. Una búsqueda que asumió el mismísimo Káiser Guillermo II, pues tal era la influencia e importancia de Krupp en la economía alemana. Un marido para la heredera El escogido fue Gustav von Bohlen und Halbach, un diplomático prusiano que trabajaba en la corte del Káiser y que asumió el apellido Krupp tras casarse con Bertha el 15 de octubre de 1906 en la Villa Hügel de Essen. Gustav asumía el control ejecutivo de la compañía, mientras su cuñada Bárbara recibía una compensación económica y Bertha se convertía en la propietaria nominal de Krupp. La pareja tuvo ocho hijos y lideró la industria siderúrgica durante los siguientes años.