Parece mentira que haya pasado más de una semana desde que vi el primer test de embarazo positivo. Día a día, he ido superando pequeños miedos, que a ojos de cualquiera, deben de ser ridículos, pero para mí, han sido una gran hazaña.
Primero fue saber el resultado de la beta en sangre, y después, pasar más de 38 horas embarazada (de forma oficial). Superar la barrera de Petri ha sido duro. La noche del miércoles me fui a dormir con miedo, pero gracias a que estoy bastante cansada, caí enseguida y no me desvelé.
Ahora, y después de haber visto que la segunda raya del test se sigue oscureciendo (ayer me hice el último que me quedaba), e incluso comprobar que casi está más oscura que la de control, el siguiente miedo es la primera ecografía.
La tengo programada para el 21 de abril, y estaré, si mis cálculos no fallan, de 6 semanas y 1 día. Sé, por las experiencias de mis compañeras, que podría verse, y oírse, el corazón de Bolita. Y aunque también conozco historias de que a las 6 semanas aún no se ha visto, pero a las 7 sí, es un hecho que me crea un poco de ansiedad.
Maridín tiene una prima que ha hecho el método ROPA, y en el único embarazo que consiguieron de varias transferencias embrionarias, llegaron a las 8 semanas, tras varias ecografías, sin llegar a ver latido. Evidentemente, acabó en legrado.
Tener esta historia tan cercana, me ha creado un pequeño trauma, y saber que Bolita está bien, que late con fuerza, es vital para mí. Porque basándome en la SS, y probablemente, en multitud de parejas españolas, ¿cómo iba yo a poder esperar desde un test casero de orina positivo hasta la ecografía de la semana 12 tranquilamente? Ni de coña, vamos.
Cuando aún no había conseguido quedarme embarazada, y vivía invadida de incertidumbre, leía los miedos de las ecoesperas de mis compañeras y pensaba “joder, ya me cambiaba yo por ellas”.
Y aunque la angustia esté ahí, por mis miedos, porque desee con muchísima fuerza que mi Bolita esté bien, la betaespera, o la espera hasta que llega un nuevo tratamiento, una nueva oportunidad, es mucho peor. Muchísimo peor.
Los tratamientos de reproducción asistida no siempre salen como esperamos. Se sabe cuando se empieza, pero no cuando se acaba. Surgen contratiempos, nos dan malas noticias, esperanzas que desesperan. Nos volvemos expertas en la palabra PACIENCIA, pero hay días que olvidamos lo que eso significa.
La ecoespera es dura, porque lo es. Saber que por fin hay algo dentro de mí, una pequeña vida gestándose, es acojonante, y evidentemente espero que todo siga su curso normal.
Y aún faltan 8 días para la ecografía. 8 eternos y largos días.
Mientras tanto, he decidido eliminar (o evitar al máximo posible) cualquier pensamiento negativo, porque me apetece, porque tengo ganas de disfrutar, porque veo lo feliz que está maridín y no puedo estar mal, por respeto a mis compañeras que siguen en la lucha, y porque estoy harta de estar asustada y triste.
Estoy embarazada, y es un hecho, así que ¡voy a disfrutarlo!
Las que estáis en betaespera o en espera de tratamiento, ¿cómo veis las ecoesperas de vuestras compañeras? Y las que hayáis vivido una ecoespera, ¿cómo fue?