Wolfgang Schäuble puede comenzar a perder la sonrisa. Hace un mes señalaba con gran entusiasmo las fortalezas de la economía Alemana: "Es encantador saber que el próximo año el déficit presupuestario será inferior al esperado". Tras ello, las estimaciones de crecimiento subieron, hubo actividad en las fábricas y el desempleo continuó con las caídas de los últimos 12 meses. Sin embargo, Alemania necesita que el resto del mundo para mantener el ritmo.
Esto es más importante que lo que ocurra dentro de sus fronteras. Algunos se preocupan por el paquete de austeridad de Berlín. Pero Schäuble asegura que el plan de ahorrar 80.000 millones de euros en los próximos cuatro años no es particularmente riesgoso, ya que equivale al 0,5% del PIB. Podría verse afectado el ya débil consumo interno, pero el estado de la economía alemana no depende de sus compradores. El consumo privado alemán representa menos del 60% del PIB, lejos del 70% de Estados Unidos.
Pese a que se dice que Alemania debería reequilibrar su economía hacia el consumo, el crecimiento de las exportaciones sigue siendo lo que cuenta. Eso es lo que ha mejorado este año: las ventas al exterior se elevaron gracias a la debilidad del euro y la necesidad de las compañías de reponer stock. Sin embargo, los pedidos a las fábricas en cayeron en mayo un 0,5% comparado con el mismo mes de 2009, lejos del alza de 3,2% registrada en abril.
Esto es producto de la disminución de las órdenes de fabricación provenientes de los países de la eurozona. Sus pedidos de bienes de capital se redujeron más de 6%, lo que no sorprende dadas las dificultades económicas que atraviesa gran parte de los países europeos. Pero son malas noticias porque el 45% de esas exportaciones terminan en la región. A esta mala noticia para Alemania, se han sumado las señales de que China y Estados Unidos están desacelerando el crecimiento. Si esa tendencia continúa se enfriará el entusiasmo de Schäuble.Una mirada no convencional al neoliberalismo y la globalización