Revista Sociedad

La Economía de la Felicidad y la Paradoja del Estado feliz

Publicado el 03 agosto 2014 por Adrián Calvo @adriantsn
   La economía es una de las armas más poderosas en el mundo en el que hoy vivimos. A diario, son cientos los titulares relacionados con la ciencia del dinero los que copan las portadas de periódicos, inicios de los telediarios y conversaciones de sobremesa. La economía y el sistema que en ella impera, el capitalismo, ha traído un increíble progreso a la humanidad (que no a la Tierra), y negarlo sería una estupidez descomunal.
   Sin embargo, siempre he defendido que, si la economía no ayuda a las personas a ser más felices, es una ciencia totalmente prescindible. Creo que hemos olvidado este aspecto y ello nos ha llevado, en gran medida, a la situación que vivimos hoy en día y que viviremos en un futuro si no lo remediamos. Cifras superfluas como el aumento del PIB, la mejora de la prima de riesgo o la competitividad no sirven de nada si no repercuten sobre la ciudadanía en general. Es por ello que a lo largo del siglo XX surgieron corrientes que priman un objetivo moral a uno monetario de la economía.
   El economista estadounidense Richard A. Easterlin defendió en la paradoja que recibe su nombre la posibilidad de que la felicidad no fuera ligada al aumento de los ingresos. En Does economic growth improve the Human lot? Some empirical evidence, artículo que publicó en 1974, demostró que, una vez que las necesidades básicas quedan satisfechas, la felicidad de las personas no va ligada al aumento de la riqueza. De hecho, si nos fijamos en el ránking de los países más felices, los territorios situados en la parte alta de la tabla no pertenecen al grupo de países más ricos, sino a aquellos cuya renta está mejor distribuida y tienen un mejor bienestar subjetivo (tiempo de ocio, libertad en la toma de decisiones, ausencia de corrupción, paz, etc).

La Economía de la Felicidad y la Paradoja del Estado feliz

Ránking 2013


  
   En relación con esta teoría económica, cabe resaltar la idea filosófica de Epicuro de Samos respecto a la ataraxia (tranquilidad de espíritu, que podemos traducir en felicidad). Según Epicuro, existen tres tipos de placeres:
  • Naturales y necesarios: Imprescindibles para la vida del individuo.
  • Naturales e innecesarios Aquellos dirigidos al aumento de los primeros.
  • Artificiales e innecesarios: Relacionados con la vanidad o la avaricia.
   La ataraxia o felicidad, según Epicuro, consiste en el cumplimento de los placeres naturales y necesarios, alejándose de los dos restantes.
   Es por ello que un Estado feliz será aquel que garantice unas condiciones básicas de sanidad, educación y bienestar a sus ciudadanos, siendo infelices o desdichados aquellos países que carezcan de mecanismos de redistribución de la riqueza y de un Estado de Bienestar sólido.

'Paradoja del Estado feliz'


   Mi teoría es que, sin embargo, ese Estado al que se le supone haber alcanzado la felicidad (en términos epicúreos) pronto caerá en el descrédito por parte de sus habitantes, debido a que entonces entrarán en juego el factor de la inteligencia humana, del trabajo, de la insistencia e incluso del azar, características que diferencian a unos seres humanos de otros más allá de lo físico. Esto provocará el aumento de la riqueza en perjuicio de otros, algo que, no obstante, es absolutamente lícito siempre y cuando ese incremento no sea fruto de acciones de sospechosa legitimidad o legalidad.
   Cómo combatir la posibilidad del Estado de caer en la infelicidad dependerá de la capacidad del mismo para evitar que él y sus ciudadanos incurran en la tercera clase de placeres, los artificiales e innecesarios.
"La economía de la felicidad y la Paradoja del Estado feliz"
por Adrián Calvo (@adriantsn) para The Speedy News
Domingo, 3 de Agosto de 2014


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