Cómo podríamos definir la edad, a ver qué os parece la siguiente definición.
Edad es un número que todos poseemos, variable con el tiempo, por lo general aumenta una unidad cada año salvo para algunas mujeres que queda congelado en el número 39 e incluso en algunas ocasiones con tendencia sorprendentemente a disminuir.
Normalmente a lo largo de nuestra vida, no solemos estar de acuerdo con el valor que tenemos asignado para ese número en cada momento.
Así cuando somos niños nos gustaría tener la edad de nuestros hermanos mayores, primos o vecinos para disfrutar de juguetes de niños mayores y de los privilegios que nos parecen que tienen frente a nosotros.
Cuando somos adolescentes nos gustaría ser mayores para que las chicas de nuestra edad se fijasen en nosotros y a las chicas les gustaría tener más edad para que los chicos más mayores no la consideren unas crías.
Al acercarnos a los 18, estamos deseando tenerlos para disfrutar de la libertad que te da el carnet de conducir, y en mi generación más comprometida políticamente, para poder votar.
Los que hemos sido universitarios, a partir de los 20 quieres que pasen los años para terminar la carrera.
Cuando estás en la treintena y sobre todo, si no aguantas a tu jefe quieres que pasen los años a ver si tu eres el jefe.
Pero alrededor de la cuarentena y coincidiendo con el ecuador de la vida, siempre que el destino lo respete, se produce un punto de inflexión que te hace desear ser más joven como lo son toda la gente que va llegando a tu empresa.
Y ya en mi caso, que voy a cumplir 47, cuando veo a mi hija adolescente, pienso, quien tuviera esos años y mas con la experiencia que uno tiene, pero esto es lo malo que tiene la experiencia, que cuanta más tienes menos tiempo te queda para usarla, pero puedes tener la satisfacción de transmitirla si tienes la suerte de ser escuchado.
Aunque a veces te puedan tachar de abuelo cebolleta contando batallitas, que en mi caso se acrecienta por mi enfermedad de párkinson que me ha convertido en un anciano prematuro y un jubilado junior, menos mal que no puede con mi optimismo y mis ganas de vivir, que deben ser genéticos porque recuerdo a un tío de mi madre, el tío Fernando , que murió con 101 años y unos cuantos años antes de morir un día que comí con él me contaba, que en la residencia se lo pasaba muy bien , que hacían fiestas y todas las “viejas” querían bailar con él, pero él prefería bailar con las enfermeras.
Otra característica de la edad es que no coincide en muchos casos la que tienes con la que aparentas , en mi caso tengo suerte y también la genética de mi familia materna lleva implícita el aparentar unos 10 años menos de los que te tocan.
Así cuando me quite la barba hace unos meses todavía pude experimentar el placer de que en la cola del supermercado la cajera se refiriese a mí como “ese chico”, aunque, cuando ya me toco estar delante de ella me llamo hasta tres veces señor para corregir su error, pero no sabía que estaba rompiendo la magia de la equivocación.