Vaya por delante: no existe la edición definitiva de Príncipe Valiente. Ni existirá, a no ser que un mecenas voluntarioso y enrrollao dedique una parte de su pecunio a pagarle a Don Manuel Caldas y un amplio equipo de trabajo la labor de restaurar toda la obra de Foster. Y ojo que aún así, mucho habría que discutir lo de “definitiva”: primero por el tamaño, que uno, ya puestos a pedir, podría pensar que lo ideal sería que fueran al tamaño de los originales de la obra, más próximos al de sábana de cama de matrimonio que al de tabloide gigantesco en el que fueron publicados. Segundo, por el dichoso color, que una cosa son las pruebas de color, otro el color que salió reproducido en el papel que se usaba en la época con la tecnología de reproducción de la época y otro muy distinto el color que hoy tenemos de unas páginas y pigmentos que han envejecido durante casi ocho décadas. Les puedo asegurar que el problema deja la resolución de las ecuaciones de Kubelka-Munk en una simple regla de tres. Palabrita de honor de empollón especializado en estos temas. Y tercero porque a estas alturas, de verdad, alucino con la gente que se está quejando de que se anuncie como “definitiva”. Pero oigan, a ver, ¿de verdad se creen que el Fairy es la solución definitiva contra la grasa?¿O que la nueva maquinilla de afeitar de N+1 hojas es la solución definitiva para el afeitado antes de que aparezca la N+2? Por favor, que ya somos mayorcitos para no creer absolutamente nada de los mensajes publicitarios…
Resumiendo: si lo que se quiere es admirar el trabajo de Foster, mejor la edición en blanco y negro de Caldas, sin duda. Pero si se quiere leer la obra aproximadamente como se editó, en color, de forma completa y en castellano, ésta es hoy por hoy la mejor edición que reúne todas esas caracterésticas, muy superior a la anterior que editó la sección de cómics de la misma editorial.
Ustedes mismos.