La educación y las emociones

Por Lai Pv @laicapi

Las Navidades me dejaron una nueva lectura sobre emociones, que estoy ahora terminando. En este caso, hay algunas frases del libro que invitan a la reflexión, y me gustaría compartirlas para reflexionar sobre ello.

En este caso, la lectura era “Educar para sentir, sentir para educar” de Pilar Sordo. No conocía a la autora, que es chilena y muy conocida, no he leído nada sobre ella, pero el título me llamó la atención, y te voy a contar qué rescato de la lectura. En la introducción Pilar nos cuenta de “la importancia creciente de contar con un ser humano noble y sensible, solidario“, pero a su vez, con unas habilidades blandas que no se educan o, cuando lo hacen, se hace desde la parte más racional y no más emocional. Interesante punto a revisar…

busquemos el lado positivo

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En el primer capítulo, más allá del cambio de nombre que propone de cambiar habilidades blandas por competencias personales, nos invita a darnos cuenta de la importancia de educarlas, pues no son innatas. Estoy de acuerdo con la necesidad de educar en estos aspectos menos medibles, más abstractos, pero que siento tan importantes. Hay muchos contenidos a aprender en el camino educativo que son necesarios, pero no creo que sean solamente esos contenidos lo que debamos aprender. Tanto en casa como en el colegio, creo que es importante darle el peso que corresponde a conocerse y quererse uno mismo, para poder buscar la felicidad en nosotros mismos y no en “agentes” externos; a saber expresar necesidades y emociones, tan necesario para que los demás sepan cómo estoy; a desarrollar la empatía, para poder ponernos en el lugar del otro antes de criticar sin pensar, algo que ni siquiera esta pandemia nos ha ayudado a mejorar; a trabajar en equipo, y dejar atrás ese potenciar la competencia, el preocuparse de llegar al éxito individual por encima de todo y de todos que tan presente está aun. Este camino, es difícil. Cuando crecemos, vamos perdiendo la capacidad de escuchar a nuestro mundo interior, se nos enseña como comenta la autora, a que las sensaciones placenteras vienen de afuera. Además, todas las competencias que se educan, son medibles, frente a estas que no lo son. Personalmente creo que la reflexión invita a un cambio muy grande en el sistema educativo, para potenciar escucharse a uno mismo, escuchar al otro, y potenciar los objetivos de grupo más que el éxito individual.

Si las competencias personales tienen que ver con las emociones, estaba claro que el siguiente paso de la autora era analizar <qué pasa con las emociones y cómo las aprendemos, para expresarlas y canalizarlas de forma sana y adecuada.> Y el tema de las emociones es uno que me encanta… En el capítulo hay extractos que quiero dejar, a modo de frases, como invitación a la reflexión de cada una de las emociones que se tratan:

El ataque de risa, está mal visto

No me había parado a pensar en eso, en cómo se sanciona la risa, sobre todo la que es fuerte e incontrolable, cómo los adultos olvidamos reírnos, porque crecer es convertirse en esa persona seria y responsable. Del capítulo destaco una pregunta que creo todos deberíamos hacernos ¿Cuántas veces me han visto mis hijas reírme esta semana?

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Si somos sus mayores ejemplos, y queremos que sean felices, pero nos ven serios todos los días, no nos ven reírnos a carcajadas, llorar de la risa,…estas expresiones de felicidad las van a sentir cada vez más como algo que no es común, algo que está “fuera de lugar” y van desapareciendo. Otra reflexión que aparece al hablar de la alegría y su expresión es ¿Cuántas veces te has sentido culpable al estar compartiéndolo con otra persona un momento de felicidad? o ¿Cuántas veces has pensado que si te había pasado algo bueno, seguro después venia algo malo para compensar? No se porqué, la alegría tiene este miedo y esta culpa que la persiguen, como si al vivir algo bueno después fueras a ser castigado con algo malo, o si estuviera mal visto o fuera presumir cuando uno cuenta una buena noticia. Por no mencionar loas noticias en TV que siempre están llenas de malas noticias, como si las buenas no existieran. ¿queremos buscar la felicidad pero mostrar lo malo que es el mundo? Queremos que nuestros hijos sean felices pero les anticipamos que el mundo es malo, el éxito difícil y que todo es muy duro y complejo ¿por qué no cambiar a potenciar el que los sueños son posibles?

Tenemos un drama con el llanto

Pues si, y yo la primera. Siempre me ha incomodado llorar, no me gusta que los demás me vean llorar, no me gusta ver llorar a otros, me hace sentir incómoda. Y eso debería cambiar, cuando vemos llorar a otra persona no deberíamos decirle “no llores”, deberíamos dejar que suelte, que llorar ayuda a liberar muchas tensiones. Dejemos de asociar el llorar mucho con alguien débil, dejemos de asociar que llorar es depresión, porque la tristeza es una emoción que debe expresarse, y es cuando no se expresa que llegan los problemas, por guardarla. La pequeña terremoto llora mucho, por todo, de felicidad, de sorpresa, de dolor, de susto, de pena. Y yo me cansé de decirle no llores, y cambié un tiempo atrás esa frase, para que no se guardara nada adentro. Ahora le digo, si por ejemplo se ha caído o dado un golpe “llora, llora, suéltalo, deja que salga el dolor” y después si, ya trataré de consolarla, pero primero que corran las lágrimas. El alivio después de llorar es algo que deberíamos experimentar, que no llorar no significa que seamos más fuertes, sino que no nos permitimos sentir, al menos en mi parecer.

Después de hablar en general de las emociones, la autora entra a recorrer los distintos ámbitos: la familia, el colegio, el trabajo. Vamos con algunas frases a comentar

Si cada vez que nuestros hijos tienen algún problema aparecemos los adultos con una “bandeja de soluciones”, nada indica que ellos podrán manejarse por sí solos en la vida

¿les solucionamos la vida a los niños o les enseñamos a buscar soluciones? A veces es un equilibrio difícil, muchas veces probablemente intentemos que no sufran consecuencias y les resolvemos los problemas, como llevarles el uniforme de gimnasia al colegio si olvidaron llevarlo esa mañana. A lo mejor hay que ir soltando de manera progresiva, en pro de empujarles a buscar sus propias soluciones. Yo hago continuamente ese ejercicio con las pequeñas terremoto, ante un problema que me dicen necesitar que yo resuelve, lo primero que les pregunto es “seguro que no se te ocurre ninguna forma de buscar una solución?” Así, aunque sea en conjunto, podemos buscar ideas para resolver antes que tirar la toalla. Y cada vez más, incorporan las soluciones por si mismas, aunque no en todo, esta claro.

Debemos enseñarles a nuestros hijos e hijas que la gente vale por lo que es y no por lo que tiene

Siiiii, por favor! No podemos medir el bienestar o la felicidad o la calidad de una persona por lo que tiene, por las cosas. Lleguemos a conocer a esa persona, y sepamos lo que vale por lo que esa persona es, da igual donde viva o cuántas cosas haya acumulado.

Si nuestros niños nos ven buscar sueños, luchar por lo imposible, ellos también tenderán a hacerlo.

Y así es cuando me permito que reflexionemos ¿Cuál es tu sueño? ¿Quedó olvidado en un cajón en algún momento del paso al mundo adulto? ¿Es imposible por ser incompatible con “las obligaciones del mundo de hoy”? Podemos perseguir nuestros sueños, podemos luchar por ellos, podemos darnos también un momento para reflexionar cuáles son, porque quizá vayan cambiando. Pero no dejemos nunca de soñarlos, de caminar hacia ellos. Y por lo mismo y en mi humilde opinión, también es importante que nos paremos a observar cuáles son las habilidades de nuestros hijos, para poder darles la oportunidad de desarrollarlas. No porque yo dibuje mal, mis hijas tienen que ser malas para el dibujo; no porque yo sea abogado, mis hijas no pueden querer ser médico. Cada niño tiene su talento, y muchas veces no tienen ni siquiera la oportunidad de descubrirlo, como no tendrán en un futuro la opción de decidir qué van a querer estudiar, pero ese es otro tema más largo…

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En el siguiente capítulo la autora pasa a hablar del ámbito escolar, tocando ciertos puntos relevantes. Para mi, lo más importante es darles a los profesores el respeto que se merecen, no sentir que el colegio es un contrincante, pero también ir modificando la forma de educar, dejar la competencia en pro de la colaboración, aprender de las nuevas metodologías de aprendizaje, y también fomentar los espacios de comunicación entre alumno y profesor, para mejorar el vínculo y la expresión de emociones también en el aula.

Del capitulo sobre el mundo laboral solo destaco una frase, con la que estoy 200% de acuerdo:

Las personas son las organizaciones, y sin ellas éstas no existirían.

Una frase muy breve que se nos olvida muy a menudo.

Hasta aquí llega este repaso al libro Educar para sentir, sentir para educar, del que especialmente destaco estos aires de cambio tan necesarios, hacia lo emocional, la correcta expresión de emociones y el escucharse uno mismo. Uno más para nuestro rincón lector sobre educación emocional.