El acontecimiento inaugura la acción de la cual la revolución extrae y proyecta una serie de consecuencias. En contra de la tradición del platonismo y en defensa de los estoicos.
El bosque, que tenía tanta potencia, llega al límite de su potencia; ya no puede agarrarse a la tierra, se aclara, se despeja”. Sin embargo, demasiado a menudo en la teoría política moderna las cosas parecen funcionar de otra manera. Cuando el bosque llega a su límite surge entonces una fuerza divina de carácter trascendente que se impone sobre la cosa y la representa por encima, creando una imagen fantasmática que ya no es la imagen de sí, sino que convierte a la cosa en la representación de la representación trascendente que dice ser su esencia.
Esta operación bien puede ser nombrada como la magia de Estado, o el fetichismo del Estado, es decir, “esta interminable fuga de ida y vuelta, de la cosa de bordes filosos a su fantasma efímero y nuevamente retorno”.
Definición de fetichismo de Estado: la ausencia del bosque que se convierte en un espíritu arbolado que dice representar al propio bosque. Esta operación mágica se inicia siempre con un Termidor, que se escribe así, con mayúscula, como “el Estado”, y se explica en función del Uno; ya se date el Termidor en el 28 de julio de 1794 o se diga “10 Thermidor, année III”; ya se llame “soberano” a este producto convertido en dador de sentido o se lo denomine “voluntad general”. Y el Termidor nunca es primero, viene después, tras el acontecimiento, una vez se agota la revolución. Desde el punto de vista del bosque, el termidor es el lindero donde su potencia muere.
El pueblo es la reinscripción unificada de la multitud en el Estado o su reducción a Estado, representado y ya perdido en y por la voluntad general. ¡Viva entonces Maquiavelo!.
Sin el Estado el pueblo no es nada. “El «pueblo» tiene una índole centrípeta, converge en una voluntad general, es el interfaz o el reverbero del Estado; [mientras que] la multitud es plural, aborrece la unidad política, no estipula pactos ni transfiere derechos al soberano, rehúsa la obediencia, se inclina hacia formas de democracia no representativa.