Kyle Smith y su perro Bodza han vivido muchas cosas juntos. Como miembros de las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos compartieron 189 fríos y duros días de misión de seguridad en Kirguistán.
Bodza había trabajado desde 2006 con la Fuerza Aérea de Estados Unidos como perro de detección de explosivos y ayudó a salvar vidas humanas tras olfatear y detectar bombas en operaciones en Irak, Kirguistán y Kuwait. Smith no empezar a trabajar con Bodza hasta el año 2012, pero rápidamente entre surgió entre los dos una duradera amistad.
"Bodza era un perro torpe y gentil", dijo Smith. "Tuvimos establos con caballos junto a nuestro patio de entrenamiento y obediencia y cuando los caballos estaban fuera de sus establos iba derecho hacia ellos sin obedecer. Corría continuamente junto al cercado."
"Le gustaba ladrarle a su propia sombra, por lo que siempre me metía con él haciendo sombras sobre el suelo y moviéndolas, dijo Smith. "Creo que pensaba que era un conejo."
"Fue aún más leal en casa", dijo Smith. "Me seguía por todas partes. Apoyaba su cabeza en la cama y me daba las buenas noches, todas las noches."
En el verano de 2016 Bodza fue diagnosticado de mielopatía degenerativa , una progresiva - e incurable - enfermedad que afecta a la médula espinal de los perros.
"Sus extremidades posteriores perdieron fuerza y apenas podía mantenerse en pie más, mucho menos caminar", dijo Smith. "No podía soportar el peso de su cuerpo y el ir al baño era una odisea."
Sabiendo lo difícil que era la vida de Bodza, Smith tomó la decisión que ningún amante de los perros quiere nunca tomar, dormirlo para siempre.
Cuando llegó el fatídico día, Smith, junto con nueve de sus compañeros de trabajo, llevaron a Bodza a la clínica veterinaria Fort Bliss en El Paso, Texas. Colocaron una manta en el suelo y se aseguraron de que Bodza se sintiera tan cómodo como fuera posible.
Cuando finalmente Bodza murió, Smith se rompió. Por suerte, sus compañeros de trabajo estaban allí para apoyarlo.
"Me dejaron sollozar como un bebé", dijo Smith. "Me daban palmaditas en la espalda y me hicieron saber que iba a estar bien. Mi jefe se acercó inmediatamente y puso una bandera sobre él."
"Fue increíble", dijo Smith. "No había dolor y sentí una sensación de paz."
Bodza fue incinerado y Smith guarda las cenizas en su casa, junto con fotos de su mejor amigo. También lleva el collar de Bodza en el espejo retrovisor de su coche.
"Nunca olvidaré lo leal que era", dijo Smith. "Era desinteresado, más que cualquier ser humano que haya conocido. Ha hecho mucho por casi nada y siempre con una sonrisa. Lo echo de menos todos los días".
Fuente: www.thedodo.com
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