El concepto del Ikigai es ampliamente conocido y aplicado en la cultura japonesa desde tiempos inmemoriales y se resume en considerar el propósito de esa energía que nos invita, nos impulsa a levantarnos cada mañana y que nos guía hacia la concreción de nuestra Visión, de nuestros ideales y de la Misión identitaria que trazamos para nuestra vida. Así como los héroes mitológicos en las series de animé japonés despiertan sus poderes en algún momento de sus vidas, generalmente frente a aprietos, todos los seres humanos en algún momento nos encontramos con éste nuestro Ikigai. Desde la psicología de la forma, la Gestalt, las Organizaciones son seres vivientes y si consideramos que están habitadas e impulsadas por personas, me animo a decir que las organizaciones tienen su propio Ikigai el cual surge de considerar la Visión, Misión, Valores y Objetivos Corporativos alineándonos con los respectivos de los individuos que le dan vida. ¿Les va haciendo sentido hasta aquí? Pues si la respuesta es que sí, esta es la propuesta en este artículo, transitar juntos de qué va la EMPRESA IKIGAI y sobre cómo puede subirse al tren del futuro emergente. Vamos que está por salir el tren...
Desde la consultoría, la propuesta que mantenemos con mi socio y amigo de vida, el Lic. Marcelo Sangiao es meter mano a la solución creativa de conflictos. ¿Y qué entendemos por conflicto?
Pues es habitual que desde las organizaciones hablen en términos de problemas, de conflictos que requieren una solución; sin embargo desde esta concepción Ikigai, adoptamos un concepto que proviene de la psicología de la forma, de la Gestalten de Fritz Perls y que sostiene que detrás de cada problema, de cada conflicto existe una necesidad que se nos hace figura.
¿Cómo es esto?
Si tomamos la pirámide de operadores neurológicos de Robert Dilts, veremos que en la superficie siempre está a la vista como campo para la acción el entorno. Lo visible a los ojos es siempre todo aquello que responde a las preguntas: ¿Donde? ¿Con quienes? ¿Qué estamos haciendo? y es un pequeño trocito de hielo, una pequeñísima parte de quienes somos dentro de la organización.
Cuando algo se nos hace figura en la forma de problemas, la pregunta siempre es del tipo: ¿Qué necesito? ¿Qué necesita este grupo, este equipo, este sistema? y lo que surja de ahí, lo que se nos hace figura siempre es una necesidad individual, grupal, de equipo, del sistema, o varias. Cuando las necesidades son muchas, ya estamos en presencia de casos más neuróticos porque muchas necesidades que se hacen figura hablan de que la verdad está tapada. Es como el caso del comprador compulsivo, compra, compra y compra y habitualmente lo hace para cubrir con cosas materiales su propia insatisfacción, su tristeza, su ansiedad, etc. ¿Les sigue haciendo sentido?
Pues sigamos avanzando un poco. Cuando desde la consulta, comenzamos a trabajar con los equipos y aplicamos diversas miradas, nos encontramos con que hace falta mucho más que trabajar con el pequeño trocito de hielo del iceberg. Necesitamos herramientas para comenzar a picar, hacer un túnel hacia las profundidades de la gran montaña de hielo acuática.
Einstein decía que no podemos resolver un conflicto en el mismo nivel en el cual fue creado.
Tomando las palabras del matemático cuántico ¿cuál es el la opción? Pues, detectar el nivel en el cual podemos enunciar la situación problema, y enfocarnos, orientarnos, afinar nuestros instrumentos y nuestros sentidos hacia cuál es el necesitad y en qué nivel es necesario operar, hasta donde sumergirnos. Si tomamos como analogía la batalla del Santuario en los Caballeros del Zodiaco, ¡un par de generaciones me van a comprender! y consideramos que los héroes mitológicos luchaban a lo largo de las doce casas de los signos zodiacales, les propongo entrar en la primera. Nosotros no vamos hacia el rescate de la Diosa Atenas que está en la última casa sino que vamos hacia el encuentro con el Ikigai.
La primera casa es la de las Actitudes, la casa donde están nuestras formas de comportamiento, cómo actuamos, cómo sabemos hacer las cosas desde siempre. Cuando las situaciones conflicto están a nivel del entorno, a veces vasta con sólo cambiar nuestra actitud, hacer las cosas de otra forma. Desde la mirada sistémica los seres humanos tal como somos en casa somos en la organización y muchas veces al detectar ciertos patrones, mandatos que traemos introyectados desde nuestra más temprana edad, o de épocas en donde las cosas se ¡¡¡"hacían así"!!! podemos cambiarlos. ¿Me estoy explicando?
Lo introyectado es esa forma de hacer las cosas que mantengo porque siempre se hizo así y así se seguirá haciendo sin importar las consecuencias. Pero, ¿qué pasa cuando no vasta con cambiar la forma de hacer las cosas? Muchas veces no es sólo cuestión de actitud sino más bien de aptitud. Es allí donde nuevamente, tomamos pico y pala y nos adentramos en la segunda casa, la de las competencias donde reposa la base de los conocimientos de la organización, todo lo que sabemos. Cuando todo ello no es suficiente para poder hacer algo de otra forma, tenemos que atravesar un proceso de aprendizaje y nos valemos de herramientas como el coaching individual, corporativo, ejecutivo que a través de preguntas poderosas de los coaches aperturan el camino hacia nuevos saberes, lo que llamamos aprendizaje del tercer orden, que nos eleva por encima de los patrones conocidos, desarrollando nuevas conexiones neuronales gracias a la magia de la neuroplasticidad del cerebro humano y adquiriendo nuevos hábitos. ¿Sabían que solemos crear nuestras organizaciones tomando en cuenta la forma de nuestro cerebro humano y sus patrones de conexión? ¡ Listo!, ¡aprendimos!, ¡Ya está! Hmmmm, muchas veces no es tan exquisitamente sencillo, sino que hay energías que nos detienen.
Caminando por la segunda casa, pisamos un pedazo flojo de hielo y caemos a una tercera casa que está llena de carteles luminosos que dicen Valores. Claro, son los valores de la organización, los valores de los individuos que las integran y además hay algo más, una especie de energía más espesa que une todo, como si estuvieran todos los carteles entrelazados.
¿Qué será? Una voz dice: Somos las creencias, somos las que unimos a todos los valores, somos el por qué hacemos las cosas como las hacemos, las que damos razón al para qué. Y ¿Qué sucede cuando los valores y las creencias de los individuos que dan vida a las organizaciones, a sus grupos de trabajo no están en sintonía con las empresas? Qué pasa cuando no nos comportamos como los neutrones, los electrones y los protones dando vida al átomo en un vals permanente. Pues, requerimos de echarles una mano y aplicar técnicas de patrocinio desde la Programación Neurolinguística, la Psicología Sistémica, la Gestalt, el Coaching, etc.
Y por qué es tan importante y todo esto puede ser centro de las necesidades de los sistemas, pues porque todo este ser que se sostiene desde la superficie, desde el trocito de hielo, baja hasta los últimos dos niveles que son el identitario y el transpersonal. He aquí la esencia del Ikigai, de donde sale esa energía que como te contaba al comienzo surge para hacerte levantar cada mañana, para que la organización siga en marcha, respirando, viendo, oliendo, tocando, sintiendo su Visión, Misión, sus Valores, sus Objetivos, transitando su vida por el tren del futuro emergente, viviendo una nueva senda que no responda a los viejos patrones del pasado, a los introyectos que alguna vez fueron útiles.
Desde este enfoque en el Ikigai proponemos una serie de herramientas que apuntan a encontrarnos con:
- Qué es lo que salvaguarda el éxito y la supervivencia de las organizaciones, los equipos y cada empleado y cómo se hace.
- Cómo podemos valorar las competencias individuales de cada miembro, las ventajas competitivas de la organización, sus recursos, sus competencias core para optimizar los procesos.
- Cómo podemos encontrar soluciones con mayor facilitad.
Otto Scharmer del Presenting Institute lo propone de una forma desde la cual desde http://ikigaiweb.com nos hace mucho sentido. Propone que:
Nos hagamos cargo de nuestros patrones del pasado, nuestros introyectos, nuestros mandatos y suspendamos, abriéndonos a ver con ojos nuevos. Para ello necesitamos conectar con nuestro Ikigai para pedirle una mente abierta, un corazón abierto y voluntad abierta para poder atravesar todos los niveles del Iceberg. Toda esta apertura nos dará la fuerza para redigirir energías, dejar ir lo que ya no hace sentido, estar presentes desde el Presencing ( Presence y Sense = Presencia y Sentir), conectando con la fuente Ikigai, dejándonos llevar, cristalizando todo lo nuevo que vamos aprendiendo, amasándolo entre todos como a un pan, dándole en cada vuelta parte de nuestro corazón, nuestra mente y nuestra voluntad, creando un nuevo prototipo o prototipos que luego introduciremos como nuevo software y ejecutaremos caminando al andar.
Como cuento en mi más reciente artículo: El coaching en entornos VICA (Volátiles, Inciertos, Complejos y Ambiguos) las personas y las organizaciones habitamos un mundo complejo que se muestra dramático y azaroso (volátil), teñido de sorpresa y desconfianza (incierto), diverso y mezclado (complicado) y enigmático e impreciso (ambiguo), tener presente nuestro IKIGAI, el hacia donde nos dirigimos y cuidar ese camino que nos vamos abriendo al andar es parte de nuestra misión, cuidar el proceso asegura que los resultados sean sólo una consecuencia deseable.
Fuente: https://excelencemanagement.wordpress.com/2018/01/28/la-empresa-ikigai-liderando-desde-el-futuro-emergente/