Vamos hoy a hablar de mercado laboral. Sí, ya sé que es viernes y no apetece, pero bien vale la pena echar la vista atrás y preguntarnos si esta semana, si desempeñamos algún tipo de trabajo, hemos sido productivos y si, a día de hoy, estamos agotados. Nosotros, las trabajadoras y trabajadores de a pie, sabemos de siempre que esta conciliación familiar imposible, junto con las cantidades de tareas que se le colocan a cada uno, la falta de personal y la precariedad del mundo laboral, disminuye la productividad (y las ganas de vivir). Es sencillo, somos seres humanos, con unas necesidades de descanso que no son cubiertas. Y así, semana tras semana, mes tras mes, año tras año hasta que el cuerpo aguante. En España, la mayoría de empresarios son muy de querer ver a sus trabajadores sentados en la oficina, calentando un asiento ocupado por un trasero agotado, que además puede que justo en ese momento haya conseguido terminar sus tareas y se enfrente a un tiempo de espera de respuestas ajenas, que, sin embargo, no puede utilizar en otros menesteres.
Yo no sabía que existía una asociación internacional sin ánimo de lucro para analizar la jornada de cuatro días a la semana, pero sí, está activa y emitiendo informes que arrojan los resultados que ya la clase obrera conocía: que la jornada de cuatro días no afecta a la productividad, porque lo que reduce son esas horas absurdas y esa falta de concentración que deriva del agotamiento y el estrés de no tener tiempo para vivir.
Durante los últimos meses son muchos los artículos que criticaban los experimentos de jornada de cuatro días semanales, en algunas empresas españolas. Pero, cada vez más, los países europeos se rinden a las ventajas de la reducción de horas semanales en general y de días laborales en particular. Alemania, país en el que tanto nos gusta fijarnos, está trabajando en ambos sentidos. Trabajar mejor en cuatro días, más concentrado, más despejado, con mejor salud mental y física, lo que deriva en un menor absentismo, ¿quién puede ver en este sistema aspectos negativos? El problema, quizás, es que este tipo de semana laboral obligaría a muchas empresas a contratar más empleados para organizar turnos diferentes y a romper con la costumbre de "tupir" a horas extra y exceso de labores a su plantilla. Y llegados a este punto siempre me planteo lo mismo, si un negocio no permite contratar empleados en condiciones adecuadas (unos mínimos, vamos) y lograr beneficios, ¿merece la pena mantenerlo abierto?