La encomienda, muy rencomiendable

Por Lapastanoengorda

Holi. Llevaba mucho tiempo con este restaurante en mi eterna lista de restaurantes a los que quiero ir ¿la terminaré alguna vez? Típico que vas dejando pasar hasta que un día pasas por la puerta y te ves obligado a entrar porque ya está bien eh, ya está bien. Está en Lavapiés, hay gente que considera que está en la Latina, pero a mí me gusta más Lavapiés así que digo que está ahí, muy cerca de Tirso y se llama La Encomienda. La verdad es que pensaba que era más caro pero no es para tanto, además es ecológico.

Este restaurante se presentó al Tapapiés 2007 con unas croquetas de semillas muy ricas de color negro que no entiendo por qué no ganaron en lugar de otras de las tapas. Amigas del Tapapiés, hay que votar para que no ocurran estas injusticias.

Antes que la comida, quiero hablar de la decoración. El restaurante está petado de cerámica artesanal, que me flipa, lámparas, platos e incluso el lavabo está hecho de cerámica del amor. El puto tirador de la cisterna tiene cerámica! Además del ladrillo visto que también me encanta, muy bien, diseñadores del restaurante. La carta es muy chula también, papel sobre madera con una tipografía tipo tipewritter y muy bien ordenados los platos. Nunca hablo de las cartas pero las de los dos últimos restaurantes que he ido eran muy guays y quería destacarlo.

Bueno, voy a la comida que es lo que seguramente te interese, entre diario hay menú que vale unos 12 pavos y no te quedas con hambre ni patrás. Yo pedí unas quesadillas, eran de queso vegano con hummus y la verdad es que sabían demasiado a queso, como a mí en realidad nunca me ha gustado, para mi gusto estaban un poco fuertes y empalagosas, pero si te mola el queso te puedes poner fina.

De segundo, unas alubias muy ricas, rollo caseras total, en un plato de cerámica muy bonito, insisto con la cerámica. Me sorprendió que uno de los ingredientes no supe descifrarlo, tenía un toque tipo jengibre pero al masticarlo no era jengibre para nada, infinitamente más suave, le pregunté al camarero que qué era, me dijo que no lo sabía, que iba a preguntar en cocina, en cocina le dijeron que no lo sabían, volvió al rato y me dijo que era hinojo, yo hice como que le creía y seguí comiendo, pero hinojo no era, ya te lo digo. Me quedaré para siempre con la intriga.

Además del menú pedí unos tallarines pad thai, mi amiga con la que iba es celiaca, aunque a veces se lo salta sin mayor preocupación, como hizo con las quesadillas y por si se ponía verde pedimos estos tallarines que son de arroz, sin gluten, vienen con tempeh, verduras, trocitos de almendra y lima. Buah. No pudimos terminar todo.

El postre era gofio con no se qué de mandarina, que para mi gusto y para mi estómago llenito, estaba un poco empalagoso. La cosa de mandarina era curiosa.

Tengo que volver a este restaurante a no comer menú, porque la carta bonita tiene cosas muy interesantes. Si alguien va o ha ido que me cuente.

Muak!