Piense en el asesino T-1000 de la película "Terminator 2", un robot hecho de metal líquido capaz de cambiar de forma. O mejor aún, considere un ejemplo de la vida real: el helio líquido. Cuando se enfría a temperaturas muy bajas, el helio exhibe un comportamiento que no existe en los fluidos ordinarios. Por ejemplo, un superfluido de este tipo puede atravesar poros del tamaño de una molécula, pero también "trepar" por las paredes de un vaso. Incluso, en las condiciones adecuadas, puede seguir girando años después de haber sido centrifugado.
Ahora unos físicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en Cambridge, Estados Unidos, han ideado un método para describir matemáticamente el comportamiento de los superfluidos, en particular, los flujos turbulentos en los superfluidos.
Para describir la física subyacente en las turbulencias de un superfluido, el equipo de Allan Adams, Paul Chesler y Hong Liu se ha valido de comparaciones con la física que gobierna a los agujeros negros. A primera vista, los agujeros negros, objetos extremadamente densos cuya intensa gravedad atrapa a la materia y a la luz en sus alrededores, pueden no parecer que se comporten como un fluido. Pero hay suficientes paralelismos como para permitirles a los investigadores del MIT traducir la física de los agujeros negros a la de las turbulencias de los superfluidos, utilizando una técnica especial.
Mediante sus cálculos, los investigadores han conseguido caracterizar cómo fluye la energía por un superfluido en flujos turbulentos.
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