Por la validez y la extensión del trabajo de Felipe, tras la breve introducción, estamos insertando en formato .pdf, las tres primeras partes del trabajo:
La enseñanza de la Historia: una responsabilidad compartida
Por Felipe de J. Pérez Cruz
“El tema de la enseñanza de la Historia preocupa a muchos cubanos y cubanas. Es hoy por hoy uno de los que más se debaten en las organizaciones partidistas, sindicales y sociales de nuestra sociedad educadora, entre pioneros y estudiantes y en particular en el seno de las familias. En esta dirección las insatisfacciones existentes están entre las demandas más consensuales que se le hacen al sistema de la educación.
Considero que el problema fundamental está en la falta de conocimiento histórico que tienen la mayoría de los maestros y maestras de nuestros hijos y nietos. Lo más fácil –y a lo que se recurre con frecuencia-, es cargar a los hombros de las y los educadores esta problemática, pero tal juicio además de ser una gran injusticia, resulta sumamente inexacto. La situación creada desborda la competencia de profesores y profesoras.
La educación escolarizada, sus concepciones, métodos y procedimientos de trabajo, concentran una alta responsabilidad en la formación del conocimiento y la cultura histórica de las nuevas generaciones. Inciden además las relaciones no siempre armónicas y fructíferas de los decisores del sistema educacional, con la comunidad de los historiadores y otros cientistas sociales, con los padres y madres, y las organizaciones y sujetos comprometidos de la sociedad civil revolucionaria cubana.
El tema de la enseñanza de la historia, como otros que tienen junto con un carácter controversial, la unanimidad de su urgencias, precisa además de debates, de concretar el hacer rectificador que la propia dirección del Ministerio de Educación (MINED) ha puesto en marcha, y de la crítica constructiva desde la experiencia de realización de esas propias orientaciones. El enriquecimiento del curso progresivo de la enseñanza de la historia, se ganará con la capacitación del personal pedagógico, y también con un cambio de mentalidad de los directivos, que resitúe el lugar de la sociedad y propicie su activa y propositiva participación. Si de cambio de mentalidad se trata, los “cambios” no solo atañen a las y los directivos y compañeros del MINED, también a muchos cubanos y cubanas que están acostumbrados a ver los problemas y plantearlos como asuntos que segundos y terceros les deben resolver.
En asuntos tan controversiales nadie posee la “última palabra de autoridad”. La verdad se comparte y construye en colectivo. Pero en éste, como en otros temas cruciales, defiendo la necesidad de adelantar los criterios que se tengan, promover el debate, y sobre todo, los acuerdos sobre las discrepancias y errores de apreciación que nos puedan acompañar:
Descargar El sistema de educación nacional (I)