El pasado dos de junio Enrique de Diego fue entrevistado en el programa La Voz de César Vidal a propósito de su recién publicado libro República Constitucional.
La repercusión de la entrevista realizada por la subdirectora de dicho espacio, doña María Jesús Alfaya ha supuesto un verdadero impulso en la difusión del libro República Constitucional. Una entrevista emotiva, sincera, realista, casi urgente, y un impulso que ha resultado primordial para dar a conocer a unos, y recordar a otros, que en una situación como la que penosamente arrastra España, la alternativa de un periodo constituyente que desembocaría en el nacimiento de una República Constitucional Presidencialista, con plena y efectiva separación de poderes, con limitación de mandatos y con una representación real de los ciudadanos en el parlamento, supondría un verdadero proceso de higiene para las instituciones, para la democracia, y en definitiva para la nación.
El alto y grueso muro que el republicanismo cabal español trata de romper con la publicación de este “manual de combate”, como acertadamente lo llama su autor, está consistentemente amalgamado por los intereses que gobiernan España por encima de los partidos políticos, los cuales no son más que meros siervos de un poder mucho mayor.
Este poder superior es el responsable definitivo de la ruina moral, social y económica de España. Un poder que reparte dinero a partidos políticos, a medios de comunicación, a instituciones públicas, privadas y religiosas y que fomenta mediante todos ellos el asistencialismo estatal que captura a ingentes bolsas de ciudadanos, ofreciéndoles unas monedas a cambio de obediencia, facilitando así la pereza y la desidia. El mismo poder que mediante una de sus herramientas favoritas, el sistema de impuestos y aparato represor cercano al feudalismo y conocido como Agencia Tributaria, atemoriza y expolia a empresarios y trabajadores, a cualquier ciudadano en realidad, arruinándoles sus haciendas y sus vidas.
Un poder que finalmente acoge a sus esbirros más sobresalientes cuando éstos se retiran de la vida pública, colocándolos con calzador en las grandes empresas y corporaciones que son parte de ese mismo poder, alojándolos en los consejos de administración como meros oyentes, casi siempre lerdos e ignorantes para detentar tales cargos, pero premiados con sueldos anuales de cientos de miles de Euros. Nunca tantos remedos de Judas, tantos traidores y tantos desalmados fueron tan bien pagados.
En estos tiempos oscuros República Constitucional es un libro necesario para combatir la pandemia de indeseables y delincuentes que hace cuarenta años estafaron al ignorante y confiado pueblo español, mayoritariamente profano en política. Indeseables y delincuentes que tomaron al asalto la soberanía del pueblo para convertirla en un sucio y viejo trapo con el que enjuagar cada deshonra, cada traición y cada delito que ha ido cayendo sobre nuestra nación como una pesada losa desde el momento en que los políticos y sus dueños, muchos de ellos reconvertidos de una anterior dictadura en la que ya eran influyentes parásitos, decidieron vestir a nuestro sistema de gobierno con un traje de monarquía parlamentaria, harapiento de moral y hecho girones en su ética, en el que un nuevo monarca proveniente de una dinastía de felones y aprovechados apareció como máximo exponente de “rey que reina pero no gobierna”, inútil e inepto, y solamente avispado a la hora de buscarse negocios y amantes.
Tanto durante la emotiva entrevista como entre las líneas de República Constitucional, Enrique de Diego advierte al pueblo español de la imperiosa necesidad de despertar de una vez. El pueblo español debe retirar de sus ojos el velo de conformismo y mediocridad que el poder pone ante sus ojos desde la más tierna infancia mediante un sistema educativo nefasto, corrupto, falto de cualquier valor que edificaría a ciudadanos de bien. Como dice el autor durante la entrevista en La Voz de César Vidal, es necesario que el pueblo se rearme moralmente; que se constituya en MASA CRITICA. Una MASA CRITICA conformada por individuos conscientes de su propio valor como ciudadanos de España y sabedores de que están gobernados, manipulados y expoliados por lo peor de una degenerada sociedad que no duda en enviar a la muerte a miles de niños no nacidos, que no pestañea al educar a la infancia en principios aberrantes, degenerados y antisociales, que no le tiembla la mano al convertir a nuestros adolescentes en zombies hedonistas, y que maneja sin escrúpulos las conciencias y los espíritus de una población adulta perdida en la ignorancia, el asistencialismo, la falta de responsabilidad y el infantilismo ingenuo, sexualizado y malvado que se cree libre porque no acierta a ver que votar cada cuatro años en este sistema de partidos no es más que un espejismo de democracia.
República Constitucional es una mano tendida a todos los españoles de bien, ingenuos pero todavía con principios morales y éticos, que siguen creyendo que alguno de los actuales partidos, traidores y cobardes que pastan del dinero esquilmado a cada español contribuyente, puede ser la solución al desastre inminente. Una mano tendida para ayudar a levantarse a los españoles; a ponerlos de pie para que abran los ojos y despierten al mundo que existe más allá de las televisiones, radios y diarios generalistas; el mundo que vive a pesar de los discursos de farsantes, timadores y depravados. Un mundo que se refleja en otros países, potencias mundiales, fundadas sobre pilares de libertad, de igualdad de oportunidades, de separación de poderes efectiva, demandatos limitados de sus presidentes, en definitiva, sobre pilares construidos para sustentar sistemas en los que los ciudadanos disfruten de las máximas garantías de libertad frente a aparatos estatales limitados por los propios derechos individuales de la libertad de conciencia, la libertad política, la libertad de asociación y expresión, la libertad económica y el derecho a la propiedad privada.
República Constitucional es el empeño de Enrique de Diego por hacer comprender a todos los españoles de bien que una República Constitucional y Presidencialista ni es lo mismo que una república bananera o una república comunista y totalitaria, ni se parece en lo más mínimo. Este libro supone el principio de un tratamiento cívico, social e ideológico que puede iniciar la cura contra el cáncer que supone para nuestra nación albergar y alimentar a cientos de miles de indeseables y traidores y tomar conciencia de que el pueblo español debe ser de una vez el dueño de su futuro si no quiere ver a su propio país hundido hasta el cuello en el fiemo de la indignidad y la vergüenza.
Tal y como Enrique de Diego propone a lo largo de la entrevista en el programa La Voz de César Vidal, otra vida es posible en España. Dar a conocer la obra del desaparecido Antonio García-Trevijano, el teórico y defensor del republicanismo constitucional español que se atrevía a debatir con razones y lograba arrinconar con argumentos a los políticos del sistema, es parte del tratamiento que curará a España de la metástasis de corrupción que se extiende por todos sus órganos. García-Trevijano fue condenado al ostracismo, y junto a él también fue condenada a un lúgubre silencio la posibilidad de mostrar al pueblo español que la Libertad es posible, que la Responsabilidad es necesaria, y que trabajar por el futuro de las siguientes generaciones es un Deber Sagrado.
Ahora es el momento de despertar. Ahora es el momento de que el pueblo español decida si quiere darse un gobierno justo, una representación política honrada y sin privilegios y un sistema de partidos transparente que rinda cuentas ante el electorado, o si desea seguir viviendo arrodillado, sumiso, ignorante y sin iniciativa.
España no aguanta más. O República Constitucional, o continuidad, ruina y naufragio. Por una República Constitucional. Por una nación libre. Por una Separación de Poderes efectiva. Por unas instituciones limpias de parásitos e indeseables. Por un sistema presidencialista en el que el jefe del estado no venga impuesto ni heredado, sino elegido por el pueblo. Ahora es el momento, españoles. Por una República Constitucional.
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