Su primer discurso como presidente es toda una muestra de lo que será su gobierno: populismo, nacionalismo y providencialismo enervante. El empresario multimillonario se cree ajeno a las élites y piensa que es parte del “pueblo” al que promete devolver el poder que le ha arrebatado un establishment político radicado en Washington. El “obrero” Trump representa al pueblo llano y abomina de los suyos, los ricos. Para ello, presenta una visión “distorsionada de la historia norteamericana” con la que puede identificar enemigos que justifiquen las medidas que piensa implementar: proteccionismo contra la globalización, nacionalismo contra la inmigración, supremacía blanca contra los hispanos, los negros y los musulmanes, el inglés como única lengua sin concesiones a otros idiomas, privatizaciones contra ayudas públicas, machismo y misoginia contra la igualdad en la sociedad, amiguismo contra el mérito, etc. Y como hizo durante la campaña electoral, no duda en mentir y proferir falsedades con tal de no reconocer sus equivocaciones y metidas de pata.
Un presidente que recurre a la mentira, al engaño, a la promesa fácil y a la manipulación nunca podrá ser un buen presidente ni una persona que merezca la más mínima confianza. Menos aún cuando su comportamiento parece movido por un ego insaciable que le hace creerse providencial, la única persona capaz de arreglar los problemas de su país y del mundo, sin tener experiencia en la gestión pública, siendo un completo ignorante del funcionamiento de la Administración, sin ningún contacto con la política real más allá de sus relaciones con la extrema derecha mediática e incapaz de rodearse de miembros cualificados para conformar su Gobierno que puedan resaltar, por contraste, su mediocridad ególatra.
Como dijo una representante mexicana en la Marcha de Mujeres que se celebró en Washington, junto a otras en Nueva York, Chicago, Boston, Atlanta, Berlín, Londres, Sidney o Ciudad del Cabo, en contra del magnate convertido presidente: “Esperemos que el mundo no retroceda 300 años con la llegada de Trump”. Eso: esperemos que la era Trump acabe pronto.