Son apenas 16 escalones que salvan un desnivel de un par de metros pero los mundos que separan se encuentran instalados en una distancia infinitamente mayor. Al sudeste del Parque del Retiro, muy próxima a la Plaza de Mariano Cavia transcurre la Calle de Cavanilles, la cual recibe el nombre de un eminente naturalista y botánico valenciano. Una vía cuyo día a día transcurre con la amable sencillez del barrio, entre pequeños comercios y rutinas de vecinos. Sin embargo, a la altura del número 48, entre el estrecho corredor que velan dos edificios nacen esas escaleras que nos trasladan a un lugar extraordinariamente inusual. Un triste rincón para el que el reloj decidió de avanzar hace muchos años. Bienvenidos al Pasaje de Cavanilles.
Según coronamos el último peldaño nos sentimos ligeramente desubicados. Lo que vemos no es Madrid, ni se le asemeja. Un irregular y oscuro callejón que se extiende unos 40 metros y que se cruza con otra pequeña sendero. Ambos forman una cruz, son el Pasaje y el Callejón de Cavanilles. En torno a este mustio cruce nacen unas quince viviendas levantadas sobre un suelo irregular que se acercan mucho más al chabolismo que al tipo de casa que estamos acostumbrados a ver en el centro de Madrid.
Viviendas de una planta, agrietadas y cansadas de remiendos. Malas conducciones de agua, ausencia de alumbrado público o ratas son algunas de las lindezas con las que conviven una docena de familias. Todas ellas llevan años exigiendo una solución pero su hilo de voz es tan fino que por lo visto nadie les escucha. Cuando estuve visitando este lugar estaba anocheciendo y reconozco que dudé en entrar ya que el panorama no era nada halagüeño. Nadie en el horizonte, oscuridad y un silencio incómodo. Aún así mis ganas de conocer este atípico rincón me convencieron. De hecho pienso volver en otra ocasión para ver si esta vez puedo hablar con algún vecino que me explique el porqué de esta esperpéntica situación, necesito saber los motivos de este abandono urbanístico.
Desde aquí me gustaría agradecer al lector que hace un tiempo me escribió un mail comentándome la existencia de este lugar. Todo era tal cuál había leído en el artículo que el chico me adjuntó en el correo electrónico. Una zona absolutamente dejada de la mano de Dios, y del Ayuntamiento de Madrid, y que languidece y llora al ver como todo su entorno ha ido progresando y avanzando mientras que con ella alguien decidió hacer oídos sordos. Quizás pensando que por eso de que no está a la vista, su degradación no molesta, o simplemente, no existe. Pero no, allí todavía habitan familias que merecen un trato mejor y una vivienda digna. Ellos viven en Madrid pero Madrid no vive en ellos. La ciudad hace mucho que se olvidó de estas personas.
PD: Cuando visite este lugar era ya de noche así que las fotos que pude sacar no son muy buenas, adjunto varias que he encontrado en gentedigital.es.
Vecinos en el interior del pasaje de Cavanilles
Fotos que tomé yo del lugar, al no haber casi luz el resultado es el que es, sólo estaban ligeramente iluminados el inicio y el final de la calle pero el tramo central, donde vive la gente, está absolutamente a oscuras. Prometo volver para hacer un reportaje más amplio
Este es el panorama que uno divisa al subir las escaleras…
Y éste es el extremo final del pasaje…
Vista hacia la Calle de Cavanilles desde el interior del paisaje…
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Andanzas de una calle casi invisible