La escandalera valenciana.

Publicado el 17 marzo 2011 por Francissco

Fallas masivas, oh, cielos.

Eranse que se eran las doce treinta o así y ya estaba pactada la estampida general en la empresa/cueva donde oro y laboro, ejem. Que ya están  plantadas las Fallas, una en cada cruce y la tarde de hoy, así como la jornada de mañana, la tendremos libre. De esta manera, nos podremos empapar bien de humo, ruido y de algún petardo que nos tire un malasombra.

Yo no he podido dormir nada esta noche, por la verbena de los cojones.  Bajé en pijama a la calle a protestar.  Solo habían cuatro borrachos a las cuatro de la mañana y el altavoz a toda pastilla. Le mandé  un correo (1) a la alcaldesa para quejarme ..”

Es la queja de quien, además de ingenuo y  encantador (1), no encontrará sitio para aparcar cuando llegue a la zona donde reside. Eso, a no ser que sea un campeón consumado del Tetris.
Porque cuando una falla ocupa un cruce, las calles a ambos lados experimentan el aventamiento masivo de los vehículos estacionados. Los avisos preventivos, así como las grúas y el temor a los petardos, hacen huir a quien más tarde no podrá estacionar por ningún lado.

Pero ya llegamos. La entrada en la ciudad nos muestra síntomas de locura. Vallas inesperadas y rutas que ya no sirven. Gente atolondrada cruzando en masa delante de los coches, confiando todos en que TÚ no querrás asesinarlos…Y, sobre todo e involuntariamente, rezas. Rezas para que no hayan inutilizado el acceso a ese garage que te sale por un riñón mensual, oh, por favor. Con esa policia local saturada e inoperante que padecemos estos días…

Pero bueno, es llegar a casa y las urgencias te consumen: ...Va, rápido, que la mascletá empieza en media hora, corre…”

Mascletá: Detonación insensata de mucha polvora, en crescendo, de manera cafre y finalizando con un terremoto final (Definiciónes para foráneos. Cap. V). Una tía mía de Burgos vino de visita y quería salir corriendo, pensando que era un bombardeo o una acción terrorista, ay. ..no sabía que cada falla, en  cada calle, explota la suya propia todos los mediodías…

La del Ayuntamiento, como es obvio, es la más brutita y concurrida. Antes de que comience ya se alcanzan allí densidades humanas similares a las de Hong-Kong y Sanghai. Te vas adentrando y adentrando, para saborear más el ruido. Y al hacerlo, constatas que todos persiguen lo mismo que tú.

El resultado es que las cuentas no salen y en algún momento se alcanza el número crítico. En ese instante, frenas y vas siendo comprimido por las oleadas de ruidófilos que vienen  detrás. Obtienes ventajas por el tamaño y la corpulencia, así como por empujar a quien sea mirando hacia otro lado, para despistar.

Total, para lo que dura. Hace años, se limitaron los kilos de pólvora, más que nada porque saltaban las ventanas por los aires, si serán blandengues, aah. Lo que quitan en polvora lo detraen, también, del éxtasis acústico final, muy del gusto local y desestresante en grado sumo. Ese frenesí, ese jalear, cuando el bombardeo arrecia.

Y es acabar y  -si ha sido buena como la de hoy-  los rostros han cambiado. Toda la mala leche y los nervios por pillar sitio ceden paso a las expresiones relajadas y placenteras, así como a la buena educación para ir saliendo de la manada. Es una catarsis barata que te reconcilia con el instante, oooh, que Zen, por dioss.

Un saludín ruidoso. Sí, ya lo sé,  está lo de Japón, Libia, la Crisis, uuf…