Es difícil quedarse con una sola de todas las brillantes escenas que pueblan la genial película del, no menos brillante, grupo cómico Monty Python. Hubo una época de mi vida en la que, cuando era estudiante y vivía con otros compañeros, veíamos este film todos los sábados antes de salir de fiesta (los viernes quedaban reservados para la demencial y maravillosa "The Rocky Horror Picture Show") llegando a aprendernos todos los diálogos de memoria y repetirlos continuamente entre risas y carcajadas a cualquier hora del día. Hoy día, desde hace unos cinco años, su visionado es obligado para mi y los míos en la noche de Navidad, en una sesión doble en la que va acompañada de la Obra Maestra "Qué bello es vivir".
Es fin de semana y es momento de olvidarse de los agobios del trabajo semanal, así que nada mejor que echarse unas risas con esta hilarante escena. Disfrútenla y nos leemos a partir del martes (que me ausentsré durante unos días de este planeta).