A través de la escucha, aprendemos. El cantautor argentino Alberto Cortez lo explica:
«Que suerte he tenido de nacerpara callar cuando habla el que más sabe.Aprender a escuchar, esa es la clave,si se tienen intenciones de saber.»
Además, la escucha es una herramienta con la que doy a entender a la otra persona que tiene algo interesante que decir, se respeta con silencio su opinión. Las expectativas que jefes o profesores tienen con un alumno o subordinado condicionan el rendimiento de éstos, y por ello resulta útil, beneficioso el hábito de escuchar a la persona, de cuidar por la autoestima ajena.
La escucha es el método más eficaz para conocer la raíz de los problemas; pero no sólo se debe bucear en la palabra. A menudo, la respuesta se oculta en los silencios. Muy especialmente con los niños. Es una lástima que a los niños se les escuche poco, y que apenas se aliente la conversación con-sentida.
Aún hay más, si me lo permiten. Ante el castigo o el reproche, la escucha atenta y previa es un antídoto contra el prejuicio. Además, si la persona concernida se sabe escuchada, estará más dispuesta a aceptar el castigo.
He descubierto, con los años, un fenómeno asombroso: la escucha fomenta la autoestima propia de quien escucha. El escuchante domina el manejo de una herramienta extraña a un mundo de habladores, y así realiza un descubrimiento fascinante: los demás acuden prestos a quien sabe escuchar. No a quien gusta de dar consejos ni resolver problemas. Son muy atractivas las personas educadas en el arte de la escucha.
Esto trae a mi memoria un consejo de un sabio; el remedio infalible para encontrar el amor: "si quieres ser amado, ama"
Finalmente, con la escucha atenta obligo al otro a que me escuche una vez haya acabado de hablar. Si yo lo he escuchado, se sentirá más dispuesto a guardar silencio y a atender lo que yo tenga que decir. Si escucho, seré escuchado. Antonio Carrillo