Esta vez, íbamos a celebrar el cumpleaños de J, esta vez no íbamos solos, sino con amigos (hay que llevar refuerzos, por si acaso), y desde luego, no fue ni parecido a mi primera visita. Me queda la duda de saber si me reconocieron, si saben quién escribe en este blog, porque casualmente nos atendió un par de personas que anteriormente tuvieron otro comportamiento con nosotros. Esta vez, el personal de sala que no eran alumnos nos regalaron numerosas sonrisas (gracias), incluso alguna broma (no me lo creo, qué buen rollo!), y hasta esperaron a que completáramos la mesa a pesar de la urgencia de pedir antes de las 15h00 (cierre de cocina, no olvidemos que es una escuela).
Nos sentamos todos e intentamos pedir lo más rápido posible, por evitar salir demasiado tarde y entorpecer su trabajo. El lado femenino de la mesa, se decantó por una ensalada con láminas de bacalao al pilpil, muy buena, con el pilpil espeso, cremoso. J encantado con su revuelto de morcilla, que la foto no hace justicia, pero que doy fe que estaba bueno. Los segundos tardaron justo lo necesario para no acabar devorando tu pan, y el del resto de comensales: pimientos rellenos, un plato tradicional, pero rico; varios de nosotros, nos decantamos por los chipirones a la plancha, presentados de manera diferente, troceados, con verduras y setas (oye, con lo que me gusta a mi esta mezcla!); mientras que J no tuvo tanta suerte con su plato, el lomo se había quedado pelín pasado, y estaba algo seco, además de que el puré, frio, no mejoraba el plato. Una pena, pintaba bien. Los postres fueron el broche final a una comida de lo más agradable, donde el servicio, esta vez regalaba sonrisas y buen rollo. Quizás mi crema catalana fue el menos elaborado, pero la tarta de chocolate, estaba ¡impresionante!
RESTAURANTE LA ESCUELAhttp://www.restaurantelaescuela.comCarretera Enekuri-Artxanda km.3
Nos atendieron dos chicos jóvenes y la que supongo será su responsable o profesora o algo así. Una chica que si bien la vez anterior no nos hizo sentir cómodos al reprocharnos que no comentásemos una alergia al marisco en una ensalada de pollo (lo siento, pero hay que tener tacto y más en estos temas), esta vez era todo lo contrario: sonrisas, nos preguntaba si todo estaba bien, si queríamos más vino... se agradece el cambio de actitud!La comida estuvo genial, rápido, platos a tiempo y sin perder temperatura (bueno, el puré de patata de J, frío), pero sigo pensando que hace falta un lavado de imagen. No hablo de que aparezca Chicote a pintar paredes, quizás pequeños cambios, que hagan ver que el ser profesionales no está reñido con el ser actual. Me choca ver a gente tan joven, con cortes de pelo, mechas de lo más cañeros y atrevidos, o piercings y tattoo con unos uniformes que no les hacen justicia, que no representan esa creatividad que se ve en muchos de sus platos, o que no les representan a ellos mismos. ¿El precio? Ni idea, ¡nos invitó J por su cumpleaños!