Bajo la dirección de Fernand Braudel, se producen una serie de retoques o cambios dentro de la visión histórica que defiende Annales. En un claro fortalecimiento de la idea de la historia regional, la reformulación de una visión histórica que pretende dejar de lado las consideraciones de la historia nacional, y colocar como aspiración final desde un punto de vista histórico, en cambio hay que defender los análisis históricos desde un punto de vista de la regionalización que establece la posibilidad de manejar una información con carácter coherente y que determina la temática. Cada temática tiene una aplicación en un marco espacial que es, en todo caso, una región concreta. Eso determina que necesariamente hay que hacer una cierta referencia a la “espacialización” de la información.
Por otro lado, hay una considerable innovación metodológica que afecta a la visión de la temporalidad que se desarrolla desde un punto de vista de los análisis históricos, y que tiene que ver con la segunda fase de Annales. La visión de la temporalidad existía en un tiempo que se plasmaba en un antes y un después de los acontecimientos, situados en un tiempo determinado que transcurría con características físicas y era, en cierta medida, inmutable.
Fernand Braudel enuncia una hipótesis y una teoría que después se intenta aplicar con resultados bastante operativos: la hipótesis del desarrollo de los tres tiempos históricos. Desde un punto de vista de la observación, hay tres posibilidades de análisis dentro de los acontecimientos: el tiempo corto o tiempo del acontecimiento: la historia evenevencial (en la versión original francesa, histoire des evenements), toda la historia tradicional. El tiempo medio, aquel en el que es posible describir y considerar los procesos que solamente son visibles a través de la consideración de un tiempo que no esté directamente ligado a los acontecimientos, sino en una órbita de acontecimientos que ralentice la visión del tiempo. El tiempo largo, o larga duración, serían aquellos procesos o elementos desde un punto de vista histórico que cambian de manera enormemente lenta pero que en la medida que se producen estos cambios son enormemente significativos desde un punto de vista histórico general. Se considera fundamental estudiar un proceso desde las tres perspectivas. El historiador ve la historia desde tres perspectivas distintas, y este autor va a apostar por la significación, enormemente decisiva, de la visión estructural de la historia. Sería el puesto último de la observación histórica.
Esta propuesta enormemente nueva que desde un punto de vista contemporáneo tiene escaso valor, a pesar de que significó muchísimo en su tempo, hoy tiene poco interés, porque desde que la física admitió que el tiempo varía dependiendo de cómo lo miremos, es absolutamente arbitrario dependiendo de quién lo analice. Así somos nosotros los que decidimos cual es nuestro ángulo de observación, desde el punto de vista de la temporalidad y normalmente sería adecuado que eligiésemos aquel que nos da mayor posibilidad de acción en las variantes que manejamos. Braudel fue un autor solamente conceptualista, porque hoy se maneja otra variante del tiempo.
Por otro lado, hay un tercer elemento significativo que se desarrolla en esta etapa y que de algún modo tiene que ver con la decadencia de los planteamientos de Annales y la crisis que vive en los años 70: es el intento muy claro de, establecida una relación entre la historia y el conjunto de las ciencias sociales y reclamada por la historia una evidente interdependencia de la historia de los otros conocimientos, hegemonizar la dinámica de las ciencias sociales. Como los historiadores cada vez son más conocedores de las ciencias sociales actualmente no se entiende que en ese momento no tengan un conocimiento profundo de ellas. Hay pocos historiadores competentes en la utilización de los métodos de las ciencias sociales. En ese momento los historiadores de Annales sienten la tentación de explicar que la historia tiene un papel central en el desarrollo de las ciencias sociales en general y le corresponde liderar el proceso de estudio de unas ciencias sociales unificadas.
El fracaso de esto fue rotundo y notorio. Para nada los trabajadores de las distintas ciencias sociales se sintieron identificados con un proceso de estas características, y mucho menos otorgarle una capacidad superior de los historiadores respecto del resto de las ciencias sociales. Es más, hubo enfrentamientos entre economistas e historiadores, que influyó en el desarrollo de la historia económica. La evolución de los acontecimientos demostró que esto no iba a ninguna parte y se abortó el acercamiento global de las ciencias sociales. La utilización que el historiador hacía de las ciencias sociales no supuso un reconocimiento para los historiadores por parte de los otros especialistas de que se movían como ellos en el ámbito de la sociología o de la economía.
Como resultado de ese acercamiento, hay más sociólogos o economistas que son capaces de hacer buena historia que historiadores capaces de hacer buena historia económica o social. De ahí deriva un proceso contemporáneo donde la historia pasa a dejar de ser el campo de los historiadores para ser el campo de otros muchos especialistas que hacen historia con resultados mucho más brillantes que los propios historiadores.
Después de ese fracaso, que además da lugar a algunos acontecimientos y procesos que se explican dentro de la dinámica de Annales, por ejemplo, Braudel en eses momentos, acaba haciendo una reflexión sobre la historia de Francia, de esa historia nacional que rechazaban los historiadores de Annales. Hubo una cierta transformación que además coincidió con una cierta contestación interna a la figura de Braudel, a pesar de ser la persona que lo tenía liderado.
Fernand Braudel, al llegar a la dirección de Annales, se encuentra con una organización más o menos creada, por lo que hay que institucionalizarla para que sea activa y organizada. Braudel es un líder, aunque ejerce mucho más que como un inspirador. Crea toda una jerarquía a su alrededor. No son las reuniones de los primeros años, un historiador en formación no puede acceder directamente a Braudel.
Esa jerarquía también establece unas claras formulaciones: en primer lugar, porque diversifica extraordinariamente los trabajos de Annales, introduciendo temáticas nuevas. En segundo lugar, rentabilización de los annalistas, un proceso por el cual Braudel y Annales van a intentar que en la universidad francesa predominen los historiadores de Annales frente a otros historiadores. En tercer lugar, frente a la coexistencia anterior entre los historiadores de Annales y los marxistas franceses, Braudel hace más institucionalizada aún una línea contra el marxismo, lateralizando a los autores que tienen una militancia política más manifiesta.
Incluso a partir de ahí Braudel concibe otro gran centro de Annales: la Casa de las Ciencias del Home, que después se va a transformar en dos centros distintos: el Museo del Hombre y la Casa de Estudios Sociales. Cuando las críticas y los enfrentamientos internos en Annales determinen en 1972 que el liderado de Braudel es insostenible, el traspasa su liderado a la Casa de las Ciencias del Hombre.
Hablar de estos autores (Marc Bloch, Lucien Febvre y Fernand Braudel) es hablar de tres historiadores muy potentes en muy poco período de tiempo y con poco que ver entre sí, pero son mentalidades brillantes que intentan potenciar la historia. En esta fase hasta comienzos de los años 70, el establecimiento de este liderado jerárquico logra una implantación institucional, pero hace que la corriente pierda dinamismo. La capacidad de hacer nuevas propuestas es una posibilidad bastante agotada.
Simón de Eiré