La escuela taurina de córdoba estrena nuevo profesor

Por SubbÉtica Taurina





El fin principal  del Círculo Taurino de Córdoba es el fomento y cultivo de la afición a la fiesta de los toros, así como velar por su integridad y pureza, tal como lo recogen textualmente sus Estatutos. Por ello, se creó en 1977 su Escuela Taurina, para apoyar a todos los chavales que sueñan con ser toreros y si no se llega a término con este bonito pero complicado fin, hacer de ellos buenos aficionados y buenas personas. Ayer mismo se reanudaron las clases de la Escuela Taurina con un nuevo   profesor, (en sustitución de Rafael Gago que renunció)   el meritorio novillero cordobés de los años setenta Juan   Antonio   García   “El   Califa”.
Con este motivo se trasladaron al coso cordobés, donde los chavales entrenan y practican las suertes del toreo, Alfonso Téllez presidente del Círculo Taurino acompañado de varios directivos. Su misión no era otra que presentar a los alumnos al nuevo profesor. Tanto las palabras del presidente, como las de "Chiquilín", director artístico de la escuela, y las del propio Juan Antonio marcaron una misma línea: trabajar, disciplina y entrega para conseguir llegar a ser alguien en esta difícil y dura profesión.
Tras el acto, breve pero necesario, comenzaron las clases en este nuevo ciclo. El Califa impartió su primera clase y dijo sentirse muy ilusionado con esta nueva responsabilidad, esperando no defraudar, porque yo, añadió, siempre he vivido para el toro. Cuando estaba activo y ahora viendo los toros desde el tendido.
Todos los taurinos de Córdoba conocen la afición de este hombre, su seriedad y como se desvive por ayudar a los novilleros que comienzan.
SEMBLANZA DE JUAN ANTONIO GARCÍA "EL CALIFA"
Nacido en Rute, con catorce años se escapó de su casa en Villarrubia, (pues su padre se vino a esta barriada a trabajar en la fábrica de levadura), con la única idea de ser torero.
Su primera becerra la torea en la finca Alamiriya del ganadero Ramón Sánchez, y el primer becerro lo mató en la localidad madrileña de Valdilechas, yendo en la parte seria del espectáculo cómico “Los Gallitos” , que llevaba su paisano y amigo Juan Muro, que le ayudó y acogió en su casa de Madrid hasta que se abrió paso.
Después de ese becerro, no se le presenta otra oportunidad hasta la feria de Valladolid, donde en una corrida de toros que lidiaban José Fuentes, Manolo Cortés y Chanito, el iba de sobresaliente del  rejoneador Curro Bedoya y le tuvo que matar el toro al no estar el hombre fino con los rejones.
En esa época había que buscarse la vida y Juan Antonio trabaja en lo que le sale: reparte guías telefónicas, con el solo estipendio de la propina, pero  las guías antiguas las amontonaban en un portal y las vendía como papel usado y se sacaba unas pesetillas. También repartió Butano por el viejo Madrid, en casas de cinco pisos sin ascensor. En Miranda del Ebro estuvo recolectando remolacha, desde la mañana hasta la noche. En la zona de la Rioja trabajó en la vendimia. Estuvo de albañil, de panadero, pintando farolas públicas desde la Avda. de la Albufera, que comienza en el Puente de Vallecas y termina en Vallecas ( unos siete kilómetros por cada acerado), fue soldador,..El invierno había que pasarlo como fuera y ahorrar unas pesetillas.
Toreó muchísimo por las provincias de Madrid, Toledo, Ávila, Guadalajara, Segovia, Ciudad Real, La Coruña..
En total 250 novilladas (desde el año 1969 que mató el primer novillo hasta su retirada en la Real Maestranza de Sevilla, 21-9-1980 ). De estas novilladas 16 fueron con picadores. Toreó siete tardes en Córdoba, tres con picadores y cuatro sin caballos. De Córdoba recuerda con cariño una novillada del maestro Antonio Ordóñez a la que cortó dos orejas al segundo novillo.
Pero también tiene páginas de su vida taurina escritas con sangre. Siendo novillero sin caballos le pegaron un cornalón de caballo en el triángulo de escarpa y le partieron la vena safena. La camilla donde le atendieron era un pupitre de párvulos de un colegio cercano a la plaza. El médico, como todavía quedaban tres novillos sin matar, no quería que le trasladara la ambulancia, pues se quedarían sin el vehículo. Entonces su compañero de cartel y buen amigo Antonio Corbacho, lo consiguió al final y llamó al Sanatorio de Toreros, donde le esperaba el prestigioso cirujano taurino Máximo García de la Torre.
Pero donde Juan Antonio volvió a nacer, fue en Sevilla, el 26 de agosto de 1979, un novillo-toro le dio una cornada en el tórax, partiéndole el pulmón, el diafragma, la pleura y tres costillas. Menos mal que cayó en manos del doctor Ramón Vila que le salvó la vida. Él le está muy agradecido. Tras este percance no pudo volver a torear hasta un año después. La reaparición la hace en Torrejón de Ardoz, junto a El Platanito y  Miguel Abellán ”El Maletilla de Oro”. Ya nada fue igual, había pasado mucho tiempo.
Sin embargo, Juan Antonio tocó el cielo la tarde del 13 de junio de 1976. En Las Ventas de Madrid torea un festival con picadores junto a “Orteguita”, “El Estudiante”, Barajitas y Palomo II. Estuvo sensacional y fue sacado a hombros por la puerta grande de la plaza más importante del mundo.
Ese éxito le propició varios contratos por la zona de Madrid, pero eran novilladas muy fuertes a cambio de un dinero del que apenas quedaba algo tras pagar los gastos.
Muchas novilladas por el Norte, con éxito, jugándose la vida, pero sin remuneración justa. Entonces decide hacerse subalterno.
Estuvo dos años con el rejoneador Ángel Peralta, otros dos con Ginés Cartagena, con Curro Bedoya y después con todos los rejoneadores de la época: Vidrié, Moura, Correas, Antonio Ignacio Vargas, Luis Miguel Arranz…
Pero de nuevo una lesión en la rodilla, le imposibilita para la lidia. Le diagnostican una minusvalía en el año 1992 y a raíz de esa fecha ayuda a muchos chavales que quieren ser toreros.
Se hace mozo de espadas y así consigue mantener esa relación con la Fiesta que más le gusta. Ha estado, en esta nueva faceta, con Rubén Cano “El Pireo”, Sergio Sanz, José Luis Villafuerte y otros.
Juan Antonio se encuentra felizmente jubilado del mundo del toro, pero sigue yendo al campo a los tentaderos a todos los festejos que puede y no se pierde uno por la tele. 
Juan Antonio es una buena persona, querido y respetado por los taurinos de toda España . Mientras su consejo sirva para ayudar a los chavales que comienzan, estará ahí. Una vida dura y una lucha sin cuartel le avalan.