Estas desgarradoras historias llegaron a oídos de una joven llamada Anna Coleman Watts, quien había nacido en Filadelfia un 15 de julio de 1878, estudiado escultura en París y Roma y consagrada ya como una gran artista se dedicaba exitosamente al retrato. Asentada con su esposo en París, tuvo conocimiento de todas las desdichas sufridas por los soldados mutilados e inspirada por Derwert Wood, un escultor que trabajaba como camillero voluntario en el hospital londinense de Wandsworth, en un departamento dedicado a tratar las deformaciones faciales de los soldados y cuando los cirujanos no podían hacer más ayudaba construyendo prótesis para ayudarles a disimular sus mutilaciones .Anna inspirada por la labor de su colega decidió dedicar los mismos esfuerzos para los soldados en París y en 1917 fundó el Studio for Portrait-Masks, financiado por la Cruz Roja, cuyo objetivo era proporcionar máscaras cosméticas a aquellos soldados que habían sido desfigurados en el campo de batalla.
Los soldados llegaban al estudio, muchas veces luego de haber sufrido diferentes operaciones, que
Cada máscara facial necesitaba al menos un mes de trabajo: los detalles eran cuidadosamente implementados, las cejas y bigotes se incorporaban a partir de pelo auténtico y cuando al fin estaba lista se fijaba al rostro del soldado mediante cuerdas o gafas para facilitar su adherencia. En el Studio for Portrait-Masks, bajo la mano talentosa y cuidadosa de Anna Coleman se fabricaron alrededor de 200 máscaras para los soldados heridos, hasta que a finales de 1919 la Cruz Roja no pudo financiar más tiempo el proyecto y fue cerrado. El trabajo de Anna devolvió a estos hombres su autoestima, calmando sus temores y haciéndolos capaces de salir de las sombras y enfrentarse a la sociedad sin temor a las miradas inquisidoras o al miedo, ya no estaban obligados a trabajar en lugares aislados ni avergonzarse de su aspecto, si bien el impacto psicológico de la guerra y las mutilaciones sufridas es mucho más complicado de solucionar, Anna, con su trabajo ayudó a devolver en buena parte una especie de normalidad a aquellos hombres que tanto perdieron en la batalla y por su trabajo fue nombrada "Caballero de la Legión de Honor" en 1932, por la invaluable labor realizada en su "estudio de máscaras". Tristemente ninguna de las prótesis faciales realizadas por la escultora han sobrevivido hasta nuestros días, sin embargo existe un video que muestra la labor realizada en su estudio.