La escultura que cobró vida. Una cuestión de expectativas

Publicado el 29 septiembre 2014 por Monedarota @Monedarota

Ya hemos mencionado en alguna ocasión la dificultad a la que suele enfrentarse la investigación en ciencias sociales dado que no se pueden llevar a cabo experimentos reales o controlados con las personas del mismo modo que se realizan en las ciencias naturales. Sin embargo, esta dificultad precisamente ha impulsado el surgimiento de numerosos estudios sobre distintas técnicas de experimentación sobre las conductas sociales que han tenido una importante aplicación en la economía.

Hace tiempo hablamos del curioso efecto Hawthorne. Hoy quería traer a colación una investigación que es la base del estudio sobre las motivaciones humanas: el efecto Pigmalión o efecto Rosenthal. Básicamente, consiste en que un jefe que establece una expectativa más alta sobre el rendimiento de un empleado consigue que precisamente ese empleado tenga un estímulo más alto para lograr su rendimiento y le permita alcanzar mejor sus logros.

El efecto Pigmalión toma su nombre del mito griego. Un escultor llamado así se enamoró de la escultura que estaba creando. Le amaba de tal forma que la trataba como si fuera real. Suponemos que no distaría mucho del argumento de la película Lars and the real girl, que aprovecho para recomendar encarecidamente a aquellos que sean amantes del cine. Finalmente, por intercesión de Afrodita, la estatua cobra vida superando la propia expectativa del escultor. Imaginamos la alegría que tendría Pigmalión en aquel momento… aunque quién sabe si sería correspondido por la mujer-escultura.

Rosenthal y Jacobson aplicaron esta teoría al ámbito de la educación, dando lugar a otro de los términos con los que se la conoce (para fortuna del primero de los autores, no así del pobre Jacobson, que no pasó a la Historia por ello). Basándose en la idea de una profecía autorrealizada, descubrieron que los profesores se hacían una idea de los alumnos al principio del curso académico. Dicha idea inicial les hacía tratarles de distinto modo en el aula durante el propio curso, lo que derivaba en un distinto rendimiento de los alumnos acorde con las propias expectativas del profesor, y a final de curso generaba en algunos de esos alumnos mejores resultados académicos.

El efecto Pigmalión se ha observado en numerosas investigaciones, y se han realizado experimentos aplicados a multitud de campos: la educación, la industria, hasta a las fuerzas armadas. En cualquier caso, en la gestión de las empresas y en el ámbito de las relaciones laborales, el efecto Pigmalión siempre se ha tenido en cuenta como factor clave en la motivación de los trabajadores, consiguiendo por otro lado ser una de las claves del liderazgo de un buen jefe. En la medida en que esas altas expectativas se transmitan a los subordinados, estos conseguirán más objetivos, lo que seguramente también conlleve mejores expectativas en el futuro de sus carreras, y el propio jefe obtendrá una mayor reputación.

Las expectativas son muy importantes en las empresas. Ya han existido estudios que demuestran que cuanto mayores son, más se logra (McGregor, 1960; Likert, 1961). Al mismo tiempo, una mayor motivación también ha demostrado ser un factor importante para lograr un incremento de la productividad. Sin embargo, la imagen conformada por un jefe sobre su subordinado también afecta en caso de que sea negativa, resultando contraproducente. Este fenómeno a la inversa curiosamente también tiene su propio nombre: el efecto Golem. En la cultura hebrea el golem es un ser animado creado a partir de materia inanimada. En los años setenta, en un artículo publicado en el Journal of Special Education por el profesor Babad Elisha y otros, se hace referencia por primera vez al “reverso de Pigmalión”. Se comprobó que, al igual que ocurría con alumnos con mejores expectativas, había otros alumnos que demostraron tener peores resultados partiendo de unas peores expectativas formadas de ellos.

Así pues, mucho cuidado con las etiquetas. Al final pueden resultar ciertas. O como dijo el sociólogo norteamericano William I. Thomas: “If men define situations as real, they are real in their consequences”. Para bien o para mal.