La esencia de Seneca Falls, Elizabeth Cady Stanton (1815-1902)

Por Sandra @sandraferrerv
Los días 19 y 20 de julio de 1848, unas trescientas mujeres se congregaban en un lugar al norte de Nueva York llamado Seneca Falls para reivindicar los derechos elementales de las mujeres. La impulsora de aquella primera convención de derechos femeninos fue una mujer llamada Elizabeth Cady Stanton que se convirtió en una de las sufragistas más importantes de finales del siglo XIX. Madre de una amplia prole, con un marido que siempre la apoyó, Elizabeth se sintió en la obligación de reivindicar el derecho al voto de las mujeres. Sin embargo, sus posturas la enfrentaron a otros movimientos feministas que no aceptaban algunas de las ideas de Elizabeth. De hecho, fue a raíz de entonces que en Estados Unidos surgieron dos movimientos feministas y sufragistas bastante diferenciados. En esencia, Elizabeth Cady Stanton no quería luchar sólo para conseguir el sufragio universal, sino ampliar sus reivindicaciones a las condiciones legales o sociales de las mujeres. Su rechazo a la 15ª Enmienda en la que se aceptaba el voto de los hombres de color pero no de las mujeres fue la principal causa de controversia. Sea como sea, Elizabeth fue una luchadora incansable que falleció sin ver con sus propios ojos como las mujeres ejercían su derecho al voto.

Elizabeth Cady Stanton nació el 12 de noviembre de 1815 en Johnstown, Nueva York. Elizabeth era la octava de los once hijos de Daniel Cady y Margaret Livinston. Daniel Cady era un reputado abogado del que Elizabeth aprendería los entresijos de las leyes estadounidenses. De hecho, siendo una jovencita, disfrutaba ojeando los libros de derechos que su padre poseía en la biblioteca de su casa. Elizabeth sufrió la pérdida de muchos de sus hermanos, algo que afectaría profundamente a sus padres. Mientras Daniel se refugiaba en el trabajo, su madre cayó en depresión desatendiendo al resto de sus hijos. Fue Tryphena, su hermana más mayor, quien ayudaría a sus padres en la supervisión de sus hermanos pequeños, ayudada por su marido, Edward Bayard, también abogado, quien sería igualmente un apoyo en los conocimientos legales de su cuñada.

Hasta la edad de dieciséis años, Elizabeth estudió en la Academia de Jonhstown donde aprendió matemáticas, ciencia, literatura y varias lenguas. En la escuela fue una alumna aventajada que se batía en duelos intelectuales con otros alumnos y recibió varios premios. Pero terminada su etapa de educación básica, Elizabeth vio con desconcierto cómo sus compañeros seguían estudiando y accedían a las universidades mientras ella y otras niñas solamente podían acceder a colegios femeninos como en el que ella ingresó, el Seminario Femenino de Troy.

Elizabeth tuvo la suerte de encontrar años después al que sería su marido, un hombre liberal y defensor de los derechos de los negros y de las mujeres. En 1840 se casaba con el periodista Henry Stanton en una ceremonia en la que Elizabeth se negó a pronunciar los votos matrimoniales en los que se debía comprometera a obedecer a su marido. 

La pareja, que llegaría a tener siete hijos, se instaló en Johnstown donde Henry estudió derecho junto a su suegro hasta que en 1843 se trasladaron a vivir a Boston. Allí Elizabeth tuvo una vida social muy activa y enriquecedora. Pero en 1847, a causa de la mala salud de Henry, que soportaba con dificultad los fríos inviernos de Massachusetts, la pareja se trasladó con sus hijos a vivir a Seneca Falls, donde aun tendrían cuatro vástagos más.

A pesar de que en un principio Elizabeth disfrutó de su nuevo hogar y de sus nuevas maternidades, el hecho de estar alejados de un gran núcleo habitado terminó minando su carácter. Elizabeth puso pronto remedio a esa situación entablando relación con la sociedad de Seneca Falls y encontrando en las mujeres un gran apoyo para lo que se convertiría en su proyecto feminista. En Seneca Falls se reencontró con Lucretia Mott, una cuáquera que había conocido pocos años antes en Londres durante una convención abolicionista en la que las mujeres solamente podían escuchar pero no opinar ni votar.

Convención de Seneca Falls

Elizabeth y Lucretia, junto con otras mujeres de la zona, decidieron reunirse para debatir sobre los derechos de las mujeres en su país. Así, los días 19 y 20 de julio de 1848 congregaron a unas trescientas mujeres y algunos hombres en la que se convirtió en la primera convención feminista de los Estados Unidos. Tras dos días de trabajo y debate, el resultado fue una Declaración de Sentimientos firmada por un centenar de asistentes. El texto partía de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y variaba sus términos en lo que a derechos fundamentales de la mujer se refería, como ya hubiera hecho medio siglo antes en Francia Olympe de Gouges con la Declaración de Derechos del Hombre y el Ciudadano. En esencia, las mujeres que firmaron la Declaración de Sentimientos de Seneca Falls, querían poder votar y ser votadas en unas elecciones, participar de la vida pública y acceder a la misma educación que los hombres de los que pedían poder desligarse legalmente, ya fueran los padres o los maridos.

Elizabeth junto a Susan

En Seneca Falls, Elizabeth conoció a muchas mujeres interesantes que compartían plenamente o parcialmente sus opiniones. Una de ellas fue Susan B. Anthony, quien, desde entonces, se convertiría en su compañera en el difícil camino por la defensa del sufragio femenino y otros derechos elementales de las mujeres.  

Cuando en los Estados Unidos se aprobó la 15ª Enmienda a la Constitución en la que se daba el derecho al voto a los hombres de raza negra pero no a las mujeres, enfrentó a Elizabeth y Susan a los abolicionistas. Para ellas, deberían poder votar todos los ciudadanos de cualquier raza y sexo.

Esto supuso un punto de inflexión para las feministas y sufragistas norteamericanas. Algunas de ellas, entra las que se incluía Julia Ward Howe, se desvincularon de las opciones de Elizabeth dando lugar a dos movimientos distintos. Susan y Elizabeth fundaron en 1869 la Asociación Nacional para el Sufragio Femenino mientras que sus oponentes y defensoras de la 15ª Enmienda tal y como estaba fundaban la Asociación Americana para el Sufragio Femenino.

Además de continuar con su lucha por el sufragio universal, tras la aprobación en 1870 de la 15ª Enmienda, Elizabeth escribió, en colaboración con otras compañeras libros relacionados con el feminismo y el sufragismo, entre ellos La Biblia de las Mujeres, en el que se analizaba la diferencia de sexos a partir de los textos del Evangelio. También empezó una extensa obra dedicada a la Historia de las Sufragistas, así como una autobiografía titulada Ochenta años y más: reminiscencias. En 1868 Susan y Elizabeth crearon una revista titulada Revolución en la que sus temas se centraban en las reivindicaciones de las mujeres.
La vida de Elizabeth Cady Stanton fue la de una luchadora incansable en favor de los derechos femeninos que, sin embargo, no pudo ver con sus propios ojos la aprobación del sufragio femenino. Elizabeth fallecía de un ataque al corazón el 26 de octubre de 1902, dieciocho años antes de que las mujeres pudieran votar.