La esencia del Microrelato

Por Jrdecea

Buenas noches, queridos amigos, en este 31, mitad de las vacaciones de verano. Sí, hoy me toca a mí empezar a disfrutarlas. Me ha costado llegar a ellas. Este primer semestre ha sido duro y me he sentado en este 31 casi arrastras. Pero ya estoy aquí, divisando unos cuantos días en los que seré dueño de mi tiempo, de mis ocupaciones y de mis espacios muertos. Encaro estos días con ilusiones por hacer muchas cosas y ya veis, lo primero que hago es entrar en nuestro rincón y empezar a contaroslas. Aquí es donde me siento yo, con vosotros, con mis pensamientos y mis silencios frente a la pantalla. Cavilando cómo contaros aquello que aparta a un lado el resto de mis pensamientos y mis preocupaciones, que, por cierto, cuando me vaya metiendo en estos días de descanso irán desapareciendo.Me apetecía hacer un pequeño parón en el impulso que llevaba con aspectos relacionados con la literatura infantil que, en los últimos meses, no deja de darme alegrías (tenemos otro proyecto en marcha…ya veremos si sale y os lo cuento). Es como si alguien, en el más allá, o en el más acá, se hubiese tomado como misión el hacer que todo me vaya saliendo bien. La verdad es que ya son unos años en los que, aparte de “La nota que faltaba”, todo lo demás ha sido trabajar y trabajar. Sí, seguro que alguna bruja buena me está ayudando y demasiados proyectos se están encarrilando decididamente.Pero como os digo, hago un pequeño alto y os traigo algo que espero que os guste. Algo preparado para que lo leáis frente al mar, hechizados por el vaivén de las olas buscando la orilla; o en un refugio de montaña, mirando a los picos que parecen difuminarse en la lejanía; o en la piscina, en ese rincón en el que os gusta sentaros a leer o, al menos, a tener unos instantes de tranquilidad mientras los demás chapotean y juegan en el agua; y, por supuesto, busco traeros algo para la noche, para antes de que cerréis los ojos con el sabor de boca de lo que os he regalado. Sí, para esos momentos hoy os escribo.Os traigo mis seis microrelatos que, como os digo en la columna derecha de vuestras pantallas, forman parte de sendas antologías de Diversidad Literaria. Son palabras cargadas de sentimientos. Son emociones prensadas, condensadas en unas líneas, como los buenos perfumes. Vosotros diréis si son tan buenas como a mí me lo parecen y Diversidad Literaria me lo ha reconocido. Espero que os gusten porque así os habré llegado al corazón que es, en estos momentos, donde deseo estar.Buenas noches y no dejéis de soñar y de ser felices, sobre todo en este tiempo de descanso.José Ramón.
Té verdeBajo una bóveda estrellada, la familia nómada disfrutaba de un momento de paz y tranquilidad; y contaba aquellas historias que en tiempos lo hicieran sus padres y abuelos; y hechizados por el brillo acogedor de las llamas se dejaban invadir por el cálido aroma de un vaso de té verde que sabían preparar.
La Perdí.Quizá no supe decirle, en su momento, todo lo que precisé decirle. Ahora ya es tarde: ella no está y yo ya no estoy para esto. Quizás tuve que decírselo cuando por primera vez me embriagó su perfume en ese “hola” cercano, muy cercano. Ahora ya es tarde: su perfume está con otro y yo me estoy muriendo…de pena.
Mi libroMi libro es el de toda una vida sin escribirlo. Quizá me ponga a ello un rato de estos, un día cualquiera, aunque…para lo que me queda, creo que mejor seguiré acumulando sus páginas en mi memoria.
Los haces del amorLlevaban tiempo esperando la oportunidad: dos barcos de pesca, el de él y el suyo; una intersección definida por unas millas y unos haces. Ella lo comprendió cuando recibió el mensaje. La luna sobre las olas y la luz calculada del faro en la costa marcaban el punto de reunión. No sabían si el otro acudiría. Se abarloaron a las millas acordadas. Pasaron la noche y el amanecer. 
Con los ojos del almaVoces más fuertes de lo que a él le gustaría: retumbaban en sus oídos. Se preguntaba el porqué no eran capaces de utilizar un tono más íntimo, aunque lo que hablaban poco tenía de intimidad. Todos comentaban lo que veían o habían visto o, también, lo que deseaban ir a ver. Él solía, con los ojos del alma, ver lo que no era capaz de apreciar con los suyos. Aunque ciego, veía.
Mi atardecerNunca supe qué significaba para mí "el atardecer". Nunca supe lo qué se supone representa un atardecer. Siempre quise descubrir, en las horas en las que se confunden las sombras, qué se llevaba el atardecer. Nunca me dio tiempo a entenderlo…Mi atardecer me pillo por sorpresa.