Continuamos acompañando a Geralt de Rivia en su andadura brujeril, y lo hacemos encantados puesto que se van añadiendo nuevos alicientes que la hacen más atractiva si cabe. Se une a sus correrías el bardo Jaskier y la hechicera Yennefer, con la que mantendrá una relación amor-odio de lo más intenso, y eso que dicen que los brujos no tienen sentimientos. Todavía lo conozco poco pero creo que algún rescoldo de sensibilidad queda en el fondo de su corazón. También aparecen nuevas criaturas que van desde las más conocidas como dragones o sirenas a los más raros como el doppler o mímico.En cada capítulo, que sigue funcionando como relato independiente, vamos descubriendo la verdadera historia de Geralt y retazo a retazo, detalle a detalle, vamos profundizando en la idiosincrasia de tamaño personaje. Tanto el libro anterior como este toman el título de unos de sus relatos. Pensaba que podía ser al azar, pero a medida que vamos metiéndonos más en el universo del brujo pienso que hay una razón para la elección de dicho título. En el libro anterior fue el primer contacto con la hechicera Yennefer y en este segundo el hallazgo del destino que tanto preocupaba a Geralt “el del pelo blanco”.En esta segunda entrega se nota que la historia se ha vuelto más seria y falta un poco el humor de la primera, aunque siempre es gracioso ver como hablan los campesinos, una mezcla de habla vulgar y Maestro Yoda de lo más interesante. Llama la atención como el autor es capaz de darle la vuelta a los cuentos clásicos y dotarlos de un nuevo significado totalmente opuesto a lo que la cultura popular nos había enseñado. Así que cuidado con las bellas, inocentes y desamparadas princesas en busca de príncipes azules, porque a lo mejor no son lo que parecen.