El 11 de junio de 1936, Hester Jane Howard entró en coma debido a la tuberculosis. Su hijo, Robert E. Howard, fue incapaz de afrontar la situación y se pegó un tiro. Tenía sólo 30 años. Había publicado su primer relato, "Spear and Fang" (un cuento de ficción prehistórica que pudo servir de inspiración a Genndy Tartakovsky para bautizar a los personajes de Primal) once años atrás y era el principal valor de la revista pulp Weird Tales gracias a sus historias de espada y brujería, protagonizadas por Solomon Kane o Kull, el conquistador, en cuyo relato “The Phoenix on the Sword” (1932) -reelaboración de "By This Axe I Rule!", rechazado por Fansworth Wright en 1929- había dado a conocer al personaje por el que ha sido finalmente más recordado: Conan, el bárbaro. La trágica y prematura desaparición del autor le impidió comprobar la tremenda influencia que su obra tendría en otros terrenos de la cultura popular como el cine [1] o el cómic. De entrada, podríamos apuntar que en su relato “El corazón del viejo Garfield” (1933) aparece un personaje llamado Jack Kirby... pocos años antes de que el creador de Devil Dinosaur adoptara dicho pseudónimo en un cómic-book (¿o acaso es una mera casualidad?).
A comienzos de los 70, Roy Thomas redescubre y adapta en Marvel los viejos relatos de espada y brujería de Howard, y Conan conquista inmediatamente al público, en buena medida gracias al buen hacer de Barry Smith. En 1971, ilustra en la adaptación de “The Tower of the Elephant” [3] la llegada a la Tierra del extraterrestre Yag-Kosha durante el Mesozoico. Dos años después, dibujó a Conan combatiendo con un estegosaurio con dientes de terópodo en la adaptación de “Red Nails” [4]. Naturalmente, los conocimientos paleontológicos disponibles en la época hiboria [5] no eran los mismos que tenemos en la actualidad y, para el cimmerio, el animal al que le toca enfrentarse es un dragón [6]. Sin embargo, otras adaptaciones, como “Les clous rouges” (Régis Hautière/Olivier Vatine y Didier Cassegrain, 2019), séptimo volumen de la colección Conan, le cimmérien, editada por Glénat tras pasar el personaje al dominio público, opta por defender la literalidad de original, entendiendo que el rival del cimmerio es un verdadero dragón y no un dinosaurio.
Además, en 1978, Frank Brunner se encargó de ilustrar para Thomas “The Scarlet Citadel” [7], relato en el que Conan monta sobre un pterosaurio. El “filidino” Ernie Chan dibujó dinosaurios en “The Fang of Set” (con Doug Moench, 1982) o “Secret of the Great Stone” (con Larry Yakata, 1986), y hay más en “And Life Sprang Forth from These” (J. M. DeMatteis/Gil Kane, 1981), “Lair of the Lizard God” (Chuck Dixon/Gary Kwapisz, 1987) o “The Beast” (James C. Owsley/Val Semeiks, 1987), que coprotagoniza un fiero... Parasaurolophus.
En 2003, Dark Horse adquirió los derechos de impresión del bárbaro, que han sido readquiridos por Marvel en 2018. El siguiente año, Conan visitó la patria de Ka-Zar, Savage Land, en Avengers: No Road Home #10 (Mark Waid, Jim Zub y Al Ewing/Sean Izaakse) o -junto al Castigador- Savage Avengers #6 (Gerry Duggan/Kim Jacinto), donde comprobamos lo absurdo que resulta entregar un arma de fuego a un cimmerio que, no obstante, sabe convertirla en una herramienta letal.
En el debut de esta nueva etapa de Savage Sword of Conan, el cimmerio combate contra un monstruoso dinosaurio en «Conan and the Dragon Horde» (John Arcudi/Max von Fafner). Aunque las patas traseras y la cabeza recuerdan a Tyrannosaurus rex, tiene el morro alargado, la espalda parcialmente acorazada como un anquilosaurio, los brazos largos y con unas garras más propias de un therizionosaurio que de un tiranosaurio. Para desenterrar el espíritu de esta vieja publicación de espada y brujería, Titan ha intentado ser fiel al original en la medida de lo posible: el blanco y negro resulta muy evocador y el dibujo de von Fafner es claramente deudor de Buscema… pero quizá ese sea el problema. Ya tenemos un Buscema.
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[1] Comenzando por Conan, the Barbarian (John Millius, 1982), que consagró a Arnold Schwarzenegger y supuso el primer papel memorable de Jorge Sanz.[2] Esto es, la protagonista del relato de Conan “Queen of the Black Coast” (1934).[3] Tercer relato de Conan publicado por Howard, en marzo de 1933.[4] El relato original de Howard fue publicado póstumamente en 1936.[5] Inventada por Howard, tuvo lugar hace unos 19.000 años, alrededor de 6.000 después de la destrucción de los reinos civilizados de Thuria y el hundimiento Atlantis y la gran migración de los pictos desde su archipiélago de origen y unos 10.000 antes del comienzo de la historia conocida. En la nueva masa continental surgida tras el Gran Cataclismo, los atalantes supervivientes irán poco a poco transformándose en cimmerios, el pueblo de Conan. MIles de años después de la muerte de Conan, las grandes migraciones y conquistas de los pictos, cimmerios, nordheimers y lemurios socavarán los cimientos de la civilización hiboria y un nuevo cataclismo dará origen a la disposición actual de los continentes, favoreciemdp el desarrollo de los pueblos indoeuropeos. Cimmeria es el nombre real de un continente que se desgajó de Pangea en el límite Pérmico-Triásico y acabó colisionando con Eurasia. En los siglos VIII y VII a.C. se conocía como cimmerios a los pobladores de la estepa póntico-caspiana que asolaron el reino de Frigia. Robert E. Howard pudo emplear el nombre de este pueblo al relacionarlo con las poblaciones célticas anteriores a la conquista romana de Britania con la etimología de las tierras de Cymru (Gales) o Cumbria.[6] Por cierto, pese a su título, The Hour of the Dragon (también conocida como Conan, the Conqueror y publicada por entregas entre diciembre de 1935 y abril de 1936), la única novela larga de Howard, no contiene trazas de dinosaurios ni dragones, ya que el nombre se refiere al símbolo heráldico de la bandera de Nemedia.[7] Segundo relato de Conan publicado por Howard, en enero de 1933.