Es doloroso admitirlo, pero ¿Qué tiene esta España de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, dividida, plagada de corruptos e incapaz hasta de formar gobierno, divorciada de la ética y de sus ciudadanos, para ofrecer a los españoles decentes? Para los únicos que esta España es atractiva es para los comunistas, que esperan conquistarla, para los vagos y maleantes que sueñan con vivir de las subvenciones y para el independentismo, que esperan que sus filas, como ya está ocurriendo, engorden con la incorporación de miles de ciudadanos que antes apostaban por España y que ahora sienten asco ante los abusos y bajezas del gobierno.
La unidad de España se mantiene porque los catalanes, que no son idiotas, saben que los políticos que lideran su independencia son tan corruptos o más que los que están llevando a España hacia la ruina y el fracaso. Si el movimiento independentista catalán fuera limpio y democrático, ya habría triunfado, probablemente apoyado por millones de españoles cansados de soportar corrupción, abusos de poder e injusticias.
España, desde el siglo XVIII, no ha tenido nunca a un dirigente "sabio", ni ético, ni al servicio del bien común. La inteligencia del poder se ha utilizado exclusivamente para apropiarse del Estado, robar y acumular más poder y privilegios.
La "mano dura" contra los independentistas catalanes, esa que tantos españoles desean, sería la mayor irresponsabilidad y haría crecer las filas del independentismo como una marea imparable. La única receta para frenar la rotura de España es la misma que para frenar la ruina económica y la injusticia despreciable que domina el país: una democracia verdadera, presidida por la decencia, la eficacia y la justicia, no por la corrupción y el abuso.
Canadá e Inglaterra no han empleado jamás la fuerza contra sus independentistas de Quebeq y de Escocia porque son dos países conscientes de que tienen mucho que ofrecer a esos territorios si se mantienen unidos. Pero la España actual ¿que puede ofrecer a catalanes, vascos, gallegos, valencianos, navarros, malloquines y a los muchos que por todos los rincones de España, asqueados del país, sueñan con ser independientes? ¿Algo más que las sentencias de un tribunal Constitucional cuyos magistrados son elegidos por los partidos políticos? ¿Algo más que la Legión y la Guardia Civil?
Esa es la gran tragedia de España, la que los miles de periodistas sometidos ocultan porque dependen de los políticos, la que muchos jueces no se atreven a defender, porque desconocen la justicia democrática: España, con más políticos cobrando del Estado que Alemania, Inglaterra y Francia juntas, con más aforados que el resto de Europa y con menos democracia que cualquier otra nación del continente, ya no tiene nada que ofrecer a sus "súbditos", ni ilusión, ni esperanza, ni confianza, ni metas comunes, ni nada que sea admirable y decente.
Después de lo ocurrido con la pandemia, donde el gobierno ha fracasado y ha provocado más muertos de los necesarios por su negligencia y torpeza, esa sensación de que España es una opción perdedora ha crecido con fuerza.
Ocupamos los puestos de cola en democracia y en decencia, pero somo líderes en desempleo, tráfico y consumo de drogas, trata de blancas, alcoholismo, blanqueo de dinero, baja calidad de la enseñanza, fracaso escolar, número de coches oficiales, divorcio entre ciudadanos y políticos, descrédito de la democracia, rechazo a los políticos y un largo etcétera de iniquidades y suciedades.
Si no fuera por el clima, ciertos valores que todavía conservan algunos ciudadanos y por el glorioso pasado de la nación, pocos ciudadanos podrían sentirse orgullosos de ser español, un país endeudado por tres generaciones, sin dinero para pagar las pensiones, que cobra impuestos injustos, con sus ingenieros y arquitectos sirviendo hamburguesas por toda Europa, con enormes masas de dinero en los paraísos fiscales, con una clase política infumable, con partidos políticos que han cruzado miles de veces la linea roja y que, por su número de delitos y procesados son las mayores asociaciones de malhechores del país.
España tiene difícil solución porque la regeneración esta bloqueada y es odiada por los que tienen el poder y se han acostumbrado a vivir de manera opípara en la pocilga nacional. Cualquier solución tendrá que proceder de la ciudadanía democrática y eso, cuando el poder es inmoral, abre un camino de dolor y sufrimiento casi insoportable porque los poderosos emplearán todos los recursos del Estado en desacreditar a los demócratas, perseguirlos, infiltrarlos y en aplastarlos, si fuera necesario, tras calificar a los patriotas, demócratas y regeneradores de "peligrosos antisistema" o de "fachas".
Estas son las verdades de España que pocos se atreven a decir y que asustan a la mayoría, que prefiere seguir envueltos en el cobarde silencio de los borregos.
Francisco Rubiales