Este 2015 es un año con inflamación electoral que ayer volvió a convulsionar con los comicios municipales y autonómicos. Más de 34 millones de ciudadanos estaban convocados a elegir alcaldes y concejales en 8.122 municipios, a la par que cerca de 20 millones de ellos podían también votar al partido que desean asuma la responsabilidad de gobernar en las 13 comunidades autónomas convocantes. Nunca antes unas elecciones habían sido tan inciertas, tan llenas de incertidumbres, por lo que los nervios de unos y las expectativas de otros apenas pudieron contenerse a lo largo de la campaña electoral. Tanto se jugaban todos en estas elecciones que la formación de gobierno en Andalucía se ha visto obligada a esperar estos resultados para poder formalizar los acuerdos que permitan la investidura de la única candidata que se ofrece a ello: la de la socialista Susana Díaz. Allí, ahora sí, tras tres votaciones en contra, a la cuarta será la definitiva.
Tal parece la tendencia surgida de las urnas, en la que la gran "mancha azul", que hace cuatro años se extendió por todo un país atemorizado por la crisis, se torna variopinta y multicolor en la búsqueda de soluciones que de verdad alcancen a los ciudadanos. Ayer se quebró el monopolio del Partido Popular, ganador aplastante de aquellas elecciones, al incumplir sus promesas, socorrer a la banca y abandonar en la orilla a los desfavorecidos, legislando para las empresas y contra los trabajadores, desmantelando derechos y saqueando recursos, como el fondo de las pensiones, para saldar deudas de los especuladores y de aquellos sectores, como el financiero, que han provocado la ruina de la población, el empobrecimiento de la gente. La corrupción y los recortes le han pasado factura.