La españa faldicorta: el megalómano artur mas sacrifica cataluña y agita españa por una independencia insensata e imposible

Publicado el 29 septiembre 2014 por Salpebu

“Zaragata: f. fam. Pendencia, alboroto, tumulto” (Del Diccionario de la Real Academia Española)
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“Mas rompe con la ley, pero no con España(28/09/2014, Editorial en “El Imparcial”)Ayer se escenificó en Barcelona la ruptura de la legalidad vigente llevada a cabo por Artur Mas y sus socios de Esquerra. Algo esperado, por lo demás, al igual que los siguientes pasos: el lunes, Mariano Rajoy convocará de manera extraordinaria al Consejo de Ministros para recurrir el acto del President y, previsiblemente, el Tribunal Constitucional aceptará dicho recurso el martes, por lo que la consulta quedará suspendida.Sobre el papel, Mas quiere quedarse aquí y Oriol Junqueras apelar a la desobediencia civil y llevar a cabo la consulta ilegal el 9 de noviembre diga lo que diga el TC. Llegados a este punto, poco importa ya lo que hagan unos y otros: CiU y Esquerra han dado un mazazo a la convivencia en toda España y han hecho un daño irreparable a Cataluña.Por de pronto, el PSOE ya ha manifestado su apoyo al Gobierno en este asunto -a pesar del PSC-. Es lo que toca en este momento: unidad sin fisuras en un asunto de estado y sumamente trascendente. Artur Mas y el nacionalismo catalán en su conjunto han quebrado la legalidad vigente. Lo importante es que no hagan lo mismo con España, de la que ellos son y serán parte importante. Por eso, tras cumplir y hacer cumplir la ley, como es su obligación, el Presidente del Gobierno tiene que empezar a hacer política.”“EL CONSEJO DE ESTADO ABOFETEA A ARTURO MASIntegrado por magistrados y políticos de las más varias tendencias y los más diversos pelajes, el Consejo de Estado ha alcanzado la unanimidad para
abofetear a Arturo Mas y condenar, por anticonstitucional, el órdago secesionista. El texto hostil no puede ser más razonado, coherente y definitivo. La pirueta de Oriol Junqueras y su escudero Arturo Mas ha quedado una vez más puesta al descubierto y de forma descarnada.Parece lógico que el Tribunal Constitucional, al menos por lo que se refiere a la convocatoria del referéndum, se pronuncie en la misma línea concluyente. Por lo pronto, la aceptación a trámite del recurso gubernamental paralizaría los propósitos de Oriol Junqueras y su marioneta Arturo Mas. Cualquier jugarreta que intente el presidente de la Generalidad, a partir de ese momento, puede provocar la acción de la Fiscalía y aprisionar en la maquinaria jurídica la desfachatez y el desdén del señor Mas.El problema, sin embargo, no está ahí. Lógicamente, el Gobierno ganará el recurso ante el Tribunal Constitucional como ha ganado el del Consejo de
Estado. El problema es que, a pesar de eso, el proceso secesionista continuará con desmesurado despliegue de medios políticos y económicos.La terapia para que no ocurriera lo que ha ocurrido, para que no ocurra lo que va a ocurrir, es la reforma constitucional que, conforme al artículo 168 de la Carta Magna, concluye, una vez superado todo el procedimiento establecido, con un referéndum en el que los catalanes ejercerán su derecho a decidir junto al resto de los españoles.”(Luis María ANSON, de la Real Academia Española, en “El Imparcial”, 29/09/2014)Mucho tiempo ha que estoy deseando escribir sobre el llamado soberanismo catalán, pero la avalancha de acontecimientos y posicionamientos en este tema ha venido aconsejando esperar en silencio sobre algo que se gestaba como un grave atentado a la convivencia democrática en España, y que está resultando un preocupante problema de estabilidad política y de supervivencia nacional.
Ahí es nada: el insensato Artur Mas comenzó creyéndose el Fénix salvador de su patria catalana, cuando no era, ni es, más que un alicorto político, y cometió la estulticia de convocar elecciones autonómicas mucho antes de tiempo, confiando con visión miope que alcanzaría mayoría absoluta, y realmente se llevó un revolcón que le privó de la preponderancia política en la autonomía, obligándole a liarse con su antítesis política: la izquierda iconoclasta e independentista de Esquerra Republicana de Catalunya.
Así este burriciego político de Mas no tuvo otra solución que hacerse querer por el avieso y equívoco Oriol Jonqueras, que le ha ido llevando suavemente pero de manera directa hacia la locura de proclamar y prometer una independencia de Cataluña respecto de España, que ni ellos mismos acababan de creerse.
Pero así ha sido, porque con una táctica maliciosa y llena de tibiezas torticeras,
han ido enunciando acciones ortodoxas que han contaminado sibilinamente de la finalidad independentista.
¿Y para qué quiere Cataluña la independencia? ¿Es tan incontenible el ansia de los residentes en esta autonomía, de los genuinos catalanes, como que no soportar su incardinación en la España cuasi federal que consagra la actual Constitución de 1978?
La respuesta surge clara. Es cuestión de supervivencia y de dinero, para los políticos, que no para los catalanes de pro.
La supervivencia en la política resulta necesaria a un líder venido a menos aun cuando seapellide “Mas”, y que sabe que la sucesión de sus enormes errores y sus falacias le conducirán a la defenestración política, máxime cuando se ha dedicado a dilapidar fondos recibidos del Estado aplicándolos a objetivos independentistas con olvido de otros fines más necesarios como la sanidad, la educación, la asistencia social…
Era y es también cuestión de dinero, porque siguiendo el ejemplo del pedigüeño Jordi Pujol, para quien cada apoyo político significaba recaudar dinero, Mas quiere “más”, más dinero, para instaurar su auténtico reino de taifa.
Y en verdad va sacando dinero al Ministerio de Hacienda de España, pero no se siente contento, por aquello de que él no decide cómo y cuándo se cobra y cómo y cuándo se gasta.
Héte aquí que bajo la vigilante y nunca descuidada mirada de Esquerra Republicana, este Artur Mas que cada vez aparece más petulante y soberbio, ha llegado a lanzar una ley de consultas para bajo ella enquistar la convocatoria de lo que llama “consulta”, y que no es sino un referéndum encubierto sobre la posible independencia de Cataluña.
Pero la normativa de la convocatoria, con ser ilegal y anticonstitucional a todas luces, porque entraña el ejercicio de una facultad consultiva que solamente está atribuida al gobierno de España y a la autonomía a la que las Cortes Generales autoricen a ello (lo que en modo alguno se ha producido, sino todo lo contrario), repito, con ser de por sí vulneradora de la Constitución Española, entraña vicios e incongruencias graves, como que pueden votar los catalanes residentes en el extranjero pero no los residentes en el resto de España (¿No se pretende que España sea el extranjero?); que pueden votar quienes residan en Cataluña por
más de tres años, sean de la nacionalidad que sea; que pueden votar los mayores de 16 años, cuando la mayoría de edad está fijada en los 18 años; que los censos a utilizar serán los de cada Ayuntamiento, no un ceso global y objetivo…En fin un puro dislate.
Y ante esa Ley de Consultas y la convocatoria de un referéndum encubierto, que se llama “consultivo” (¡faltaría más que fuere decisorio!), los partidos políticos han respondido como lo que son en su conjunto: una jaula de grillos, cada uno gritando al son que más le conviene.
Los dos partidos mayoritarios (PP y PSOE) han proclamado su oposición y hasta han apoyado se impugnen las espúreas decisiones de los órganos políticos catalanes ante el Tribunal Constitucional, a lo que se ha sumado UPyD. Pero han evidenciado sus “si, pero…” cuando el partido en el poder se cierra en banda y el de la oposición mayoritaria dice que debería buscarse un acuerdo mediante la reforma constitucional que llevase a un estado federal.
Los otros partidos nacionales, especialmente la Izquierda Unida, y P(j)odemos –si no es partido, lo parece— han hecho lo que les caracteriza: romper, atacar, criticar, ir en contra del orden constitucional.
De esta guisa la jaula de grillos que viene siendo la vida política española, en la que se denuncia mucho y se corrige poco, en la que se grita mucho y se cumple poco, queda inmersa en el lamentable panorama de una región que quiere ser nación, y como no se le permite el capricho, pues dice que tiene el mismo
derecho que Escocia (recuérdese que en un referéndum autorizado por el parlamento inglés, venció el “no” a la segregación) o Kosovo, que se dijo independizar y está reconocido como nación por cuatro estados, y sumida en una caótica crisis económica y social.
¿Qué hacer?
Bien está que se suspenda la eficacia jurídica de las atrabilarias normas paridas en Cataluña, pero no hay que quedarse ahí, sino buscar mediante una consensuada reforma constitucional una nueva horma para el “zapato” de España, porque desde la Constitución de 1.978, pese a los pocos años transcurridos, ha llovido tanto, que los criterios de aquella transición y consensos que resultaron ejemplares ya no sirven.
Hoy es necesaria la alternancia política, la democracia abierta, la eficacia económica, y que el bisturí anticorrupción erradique tanto golfante y tanta podredumbre como la que nos rodea.
“Iam foedet”(“Ya apesta”,rezaba el Evangelio al referirse al cadáver de Lázaro), y en aquel caso cupo una resurrección. En el de España, también hay hedor, y
mucho, pero la resurrección se antoja más difícil que aquello de que el camello pase por el ojo de una aguja…
Si Mas fuera “menos”; si Rajoy “rajara” (de hablar, claro); si Pedro Sánchez no fuera tan lenguaraz sin fondo; si Oriol Jonqueras no llevara en sí el veneno del escorpión separatista; si… hubiera “seny” en Cataluña y cordura en España… todo este maldito embrollo podría resolverse.
Pero, no se olvide, estamos aquí y ahora, y la “España camisa blanca de la esperanza” ya tiene su camisa manchada tanto de egoísmos e incapacidades…
¿Sería posible un referéndum a nivel de toda España, para decidir si nos decidimos a decidir?
Seguro estoy de que los resultados serían tan variopintos como poco útiles…
“Una Constitución no puede por sí misma hacer feliz a un pueblo. Una mala sí puede hacerlo infeliz”.- Guy Carcassonne (1951-?) Jurista francés   SALVADOR DE PEDRO BUENDÍA