La esperanza de un monarca

Publicado el 20 junio 2014 por Javier Marcos Angulo @clamorsegovia
Naturalmente es obvio que el nuevo monarca Felipe VI querrá que sus súbditos le respeten y le quieran, supongo que esa será la primera esperanza real.
Debemos señalar a qué denominamos monarquía parlamentaria. Es una forma de gobierno en una democracia occidental en la que el rey ejerce la función de Jefe de Estado, siempre bajo control del poder legislativo (Parlamento) y del poder ejecutivo (gobierno propiamente dicho).
Generalmente las decisiones y normas emanadas del pueblo soberano representado por el Parlamento, regulan el funcionamiento del Estado y por supuesto las funciones del rey. Debemos resaltar también que existe otro tipo de monarquías, como la llamada monarquía constitucional, en la que el rey tiene mayores funciones, como por ejemplo controlar el poder ejecutivo.
En nuestro caso, en España el rey firma las leyes y decretos que le son presentados por parte del Gobierno y Parlamento. Dejemos claro también que suele ser habitual en una monarquía parlamentaria que el monarca disfrute de privilegios como aquí que la Constitución le confiere la inviolabilidad (inmunidad jurídica), así como disfrutar de una asignación anual de los Presupuestos Generales del Estado a la Casa Real. Todo ello deberá estar convenientemente regulado en la Constitución.
La esperanza de este monarca que  acaba de estrenar su cargo, debe en primer lugar, tener sentido común y ser muy pragmático en sus gestos y actuaciones que debe ejercer para intentar con prudencia, energía y persuasión, aunar a las fuerzas políticas actuales, para con decisión, lavar esta democracia de muchas manchas que a lo largo de 39 años ha ido moldeándose a los caprichos de los sucesivos gobernantes y en muchos casos con la anuencia del anterior Jefe de Estado.
Está bastante claro que el nuevo monarca tiene que dar una vuelta de 180º a la manera que tiene el sistema de hacer, sin hacer caso a la ciudadanía e instituciones de prestigio. El nuevo rey debe concentrar sus fuerzas en convencer que otras formas de hacer políticas son necesarias y tiene que cambiar muchas otras instituciones que se han anquilosado en el tiempo.
Ahora es otra etapa muy distinta, con nuevos ciudadanos que nacieron ya en la democracia y que no votaron la Constitución de 1978. La juventud, además de tener un problema muy serio con el paro, quiere una democracia real, pero real de verdad, no tramposa, mentirosa y opaca con sus ciudadanos.
Se habla de que Felipe VI tiene que regenerar esta democracia. Mi opinión no es que tenga que generar la democracia, es que tiene que hacerla transparente y eficaz con los poderes del Estado, que sean verdaderamente independientes. Tiene una gran tarea que hacer para llegar a un Estado en que los ciudadanos se sientan representados,  no robados de sus derechos  y dineros públicos.
La esperanza de un monarca.