La estrategia de marketing que usó la espinaca con Popeye fue uno de los mayores fracasos de la historia de la humanidad. Lo único que lograron fue que Popeye termine siendo adicto.
“Popeye vivía re duro”, afirma Brutus en la biografía no autorizada La espinaca y la fama. “Había muchas presiones, los tiempos de grabación se acortaban, el presupuesto bajaba. Popeye llegaba siempre tarde y el director le decía: ¿les estuviste dando a esa cosa verde de nuevo?”
La familia, al notar su permanente cierre de ojo, quiso ayudarlo y lo mandó a rehabilitar a una granja, pero fue mucho peor. En ese lugar había de todo: repollo, zanahoria (¿para qué sirve esa h?), y obvio, espinaca. Ahí fue cuando la empezó a fumar en pipa.
Además, mientras se rehabilitaba, se rodeó de malas influencias. Los Pitufos que lo tentaban con pecados de los grosos. Los hermanos Luigi y Mario, que le decían: ¿no querés una florcita? ¿un honguito? Cuchá, con esta estrellita corrés como loco…
Los peores delirios empezaron cuando, una tarde, luego de polémicas dosis de espinaca, afirmó ver monstruos de colores. Los llamaba Dipsy, Tinky Winky, Laa-laa y Po
Incluso, contactos cercanos aseguran que lo vieron con dos Bananas en Pijamas. Pero eso ya son #Rutimitos.
Para terminar, y también reafirmar que fue el mayor fracaso de la historia, les preguntamos: ¿a alguien después de leer esto, le dieron ganas de comer espinaca?
Para levantar un poco las ventas les regalamos esta gráfica.