Si de algo sirve el premio Nobel es para dar a conocer a autores que, de otro modo hubieran pasado desapercibidos. De no ser por estas ediciones baratas que salen -como los hongos- en otoño, nunca hubiese conocido a Naguib Mahfuz.
Con él me pasa como tantas veces: cuando leí El callejón de los milagros no tenía blog, creo que ni siquiera tenía internet, así que aprovecho este comentario para decirles que es un libro absolutamente maravilloso, un pequeño tesoro que describe con impagable dulzura y realismo el pequeño y gran cosmos que vive en el estrecho callejón de Midaq.
Me crié en un pequeño pueblo, así que fue en su momento un descubrimiento fascinante ver muchos de mis recuerdos de infancia trasladados miles de kilómetros, en medio de Egipto. Debe ser que, a pesar del empeño de algunos, no hay tanta distancia entre los seres humanos.
No me pasó sólo a mí. Mi mujer quedó igualmente maravillada de ver en El Cairo que describe Mahfuz muchos de los recuerdos y los personajes de su niñez, así que se convirtió en admiradora irredenta de su obra, y se leyó de un tirón su Trilogía de El Cairo (Entre dos palacios, El palacio del deseo y La azucarera) que, ahora que he vuelto a este autor, no puedo dejar pasar.
Será entonces el momento de hablar también de Naguib Mahfuz, un merecido Nobel, por la calidad de su escritura y por su compromiso en pro de la libertad y la tolerancia que casi le cuesta la vida.
La esposa deseada (me olvidaba), es más de lo mismo: un cuento maravillosamente escrito, aún sin llegar al nivel de El callejón, que nos cuenta la historia de Izzat, un niño hijo de madre rica y que verá toda su vida marcada por una manifesta incapacidad para tomar decisiones, yendo a dónde lo lleva la corriente. Una reflexión sobre la abulia de los que lo tienen fácil, en medio de un entorno -el barrio- omnipresente en toda la obra.