La Estafa (que no cesa) de Bankia
Publicado el 30 mayo 2012 por Jmbigas
@jmbigas
Yo no soy cliente de Bankia. Quiero decir que no les debo dinero. Porque los clientes de un Banco son los que compran (o han alquilado) el producto que los bancos venden: dinero.
Sí soy un pequeño impositor. Mantengo una cuenta corriente residual (procedente de Caja Madrid), que llegó a tener algo más de cien euros de saldo, pero que las sucesivas comisiones y cargos se lo está llevando por delante. Debería haberla cancelado ya, porque no la utilizo para nada.
Rodrigo Rato ha sido el último Presidente de Bankia,
antes de la intervención.
(EFE; fuente: heraldo)
Y también soy uno de los 400.000 timados por la salida a Bolsa de Bankia en Julio de 2011. La diferencia entre un timado y un estafado es que mientras este es pasivo (simple sufridor), aquel es activo (debe tomar una decisión, que podría haber sido en sentido contrario). En el timo se requiere de la participación del timado, de que juegue un papel decisivo su codicia personal (recordemos el timo de la estampita, o el del toco mocho). En la OPV (Oferta Pública de Venta) solicité un pequeño número de acciones por un valor, en ese momento, de cinco mil euros, que resultaron en 1.333 acciones, al precio final de salida de 3,75€. Desde entonces, hace ya casi un año, jamás el valor de la acción volvió a ese nivel, y en los últimos meses, semanas y días, su cotización se ha desplomado. Hoy ha llegado a valer tan sólo 1,14€ al cierre, y muchos analistas coinciden en darle un valor objetivo a la acción de Bankia del orden de los 20 céntimos.
Como accionista, ya he perdido el 70% de la inversión inicial, y la previsión es que pueda llegar a perder hasta el noventa y pico, si no directamente el cien por cien (que sería el caso de haberse declarado una quiebra). Cuando se juega en Bolsa, no se pierde realmente nada mientras no se venden los valores (o simplemente desaparecen). Afortunadamente, mi (pequeña) inversión no era en base a un préstamo que deba devolver, por lo que puedo mantener ese valor, a la espera de que en el medio o largo plazo pueda llegar a recuperar un importe más presentable.
Como es preceptivo, la operación de salida a Bolsa iba acompañada de un folleto explicativo (que se puede ver en el registro de la CNMV). Se trata de un documento de seis páginas, en letra más bien pequeña, que detalla los extremos de la emisión, los riesgos que tiene para el inversor (propios de la entidad, del sector y de España como país), y se aportan también unos datos financieros de la entidad que, recordemos, procedía de la fusión de siete cajas de ahorros. En resumen, plantea un total de activos por 283 millardos de euros (utilizo esta expresión por no poner billions, que resulta confuso), con un Patrimonio Neto (fondos propios y demás), por 13,7 millardos. Explica que tiene una fuerte exposición a los créditos inmobiliarios (tanto a particulares como a promotores), y en general se cura en salud (lo que es habitual en este tipo de documentos). Fija una banda de precios (indicativa, pero no vinculante) entre 4,41 y 5,05 euros por acción en la salida a Bolsa, que luego se corrigió a la baja hasta el precio definitivo de 3,75 euros.
Entre los riesgos, se detallaba el ligado a la presencia del FROB (Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria) como acreedor del mayor accionista de Bankia (el Banco Financiero y de Ahorros, a su vez propiedad de las siete cajas fundidas en Bankia). Se decía que con fecha 3 de Diciembre de 2010, el FROB suscribió participaciones preferentes convertibles (PPC) en acciones emitidas por el Banco Financiero y de Ahorros (matriz de Bankia) por importe de 4.465 millones de euros. Se advertía de que, dependiendo de las circunstancias, el FROB podría llegar a convertirse en socio mayoritario o de control de la entidad.
Miguel Blesa, Presidente de Caja Madrid desde 1996
hasta la llegada de Rato.
(Fuente: periodistadigital)
Está por ver (y me gustaría que se den todas las explicaciones necesarias) si los datos aportados en ese folleto eran correctos en ese momento, o ya sufrieron un cierto maquillaje para hacer más atractiva la oferta. En otras palabras, me gustaría saber si Rodrigo Rato y su equipo de dirección, en Julio 2011, ya anticipaban lo que ha acabado sucediendo sólo unos meses después (aunque no se lo contaran a nadie).
Debo decir que mi decisión de realizar una pequeña inversión en la entidad se basó en el convencimiento de que se trata(ba) de un banco sólido, con muchos años a sus espaldas en este negocio. Con ello quiero decir que tomé una decisión libre (que podría haber sido la contraria). Por lo tanto, debo asumir el resultado de mis decisiones, y no hay mucho más que decir.
Desde Julio de 2011 hasta la fecha de hoy, la entidad no ha distribuido ni un céntimo en dividendos para sus accionistas. Y tal y como están las cosas, más vale que olvidemos esa posibilidad, que no sucederá en los próximos años o lustros.
El 29 de Febrero de 2012, Bankia registró en la CNMV lo que se llama información financiera intermedia, con los resultados (activo, pasivo, cuenta de pérdidas y ganancias,...) para el 2º semestre de 2011, según consta, firmada el 24 de Febrero por todos los miembros de su Consejo de Administración. Las cifras principales detallan que (a 31 de diciembre de 2011), sus activos totalizarían 301 millardos de euros (es decir, 18 millardos más de lo que se dijo en el folleto de la OPV) y el resultado (después de impuestos) de ese semestre arrojaría un saldo positivo de casi 159 millones de euros. Ahora hemos sabido que esas cifras jamás fueron aprobadas por los auditores y que, muy probablemente, son falsas de toda falsedad.
El 6 de Mayo, La Vanguardia publicaba una información (fechada en Valencia, pues el domicilio social de Bankia es la sede de la anterior Bancaja, en Valencia) según la cual se celebraría una Junta General de Accionistas de Bankia la semana siguiente, en la que se propondría un reparto de dividendos a los accionistas por valor de 152 millones de euros (un payout del 50%; esa cantidad sería la mitad de los beneficios atribuidos en ese momento para 2011). Esta información nunca llegó a oficializarse en la CNMV. Al día siguiente (el lunes 7 de Mayo), dimitía Rodrigo Rato, y se desencadenaron los hechos conocidos que han llevado a la intervención de la entidad.
El sábado pasado, el nuevo Presidente de Bankia (José Ignacio Goirigolzarri) comunicó públicamente que Bankia necesita una inyección de capital de 19.000 millones de euros (adicionales a los que ya aportó el FROB en Diciembre de 2010) para ser viable. Dejó claro que no se trata de un préstamo (por lo tanto, a devolver), sino de capital para el que la entidad intentará crear valor.
Esperanza Aguirre tiene que contar lo que sabe sobre
Caja Madrid y la fusión en Bankia.
(Fuente: olahjl2)
En resumen, los ciudadanos de este país (sin comerlo ni beberlo) tendremos una participación total de casi 23.500 millones de euros en el capital de la matriz de Bankia, el Banco Financiero y de Ahorros (BFA). Un capital que, si no enderezan por completo y con rapidez las cosas, podría acabar fundiéndose como esa modesta inversión personal de 5.000 euros. El Estado, a través del FROB, será el accionista mayoritario del BFA. Dado que el BFA es socio mayoritario (de control) en Bankia, el Estado pasa a controlar la entidad en su conjunto.
Yo, como particular, he sido timado por Bankia. Consideraba que se trataba de una entidad sólida, y que sus acciones podrían rendir dividendos todos los años, y que su valor, en el medio y largo plazo, podría aumentar, de modo que la inversión inicial pudiera ser, con el tiempo, rentable. De momento, todo eso se ha esfumado. Ahora, el gigantesco capital (por cierto, casi cuatro billones de las antiguas pesetas) que ponemos entre todos en su matriz (el BFA), podría convertirse en una pura estafa, ya no un timo, pues nadie nos ha pedido nuestra opinión.
Es vital que todo el proceso, de ahora en adelante, tenga luz y taquígrafos, y la máxima transparencia. Hasta ahora, el BFA es propiedad exclusiva de las siete cajas integrantes de la fusión, en las proporciones definidas en el acuerdo de fusión firmado el 30 de Julio de 2010, y a las que hacía referencia con motivo de la salida a Bolsa de Bankia. Hasta ahora, el FROB es acreedor de BFA (no accionista) y, por supuesto, BFA no cotiza en la Bolsa (no existen acciones de BFA en los mercados). Con la nueva inyección de capital, ignoro cuál será la figura que se escogerá. Lo más nítido (y limpio) sería la conversión de todo el capital de BFA a acciones, de modo que las cajas fundadoras pasarían a tener una participación minoritaria, y el Estado controlaría la mayoría del capital de BFA e, indirectamente, también de Bankia. Yo, como pequeño accionista, pasaría a ser copropietario de Bankia con el Estado, en lugar de serlo con las siete cajas fundadoras.
De todas formas, pensar que en algún momento del futuro (más o menos próximo; más o menos remoto) el Estado pueda vender su participación en BFA (e indirectamente en Bankia) a otra entidad por un importe igual o superior a los 23.500 millones de euros es una ficción insostenible. Parece más creíble pensar que, o bien el Estado se queda en la entidad y Bankia sería, a todos los efectos, una banca pública, o bien en algún momento se producirá un acordeón, por el que alguna otra entidad pudiera acabar pagando una pequeña fracción de ese capital a cambio de quedarse con el control de Bankia. Esta sería una pérdida neta del patrimonio de todos, que requiere de muchas explicaciones: a la estafa se le sumaría el expolio.
No conocemos (espero que sea sólo todavía) los detalles de la situación financiera real de Bankia (y del BFA). De momento, sí parece claro que las cuentas para 2011 (que los auditores se negaron a validar) estaban falseadas, y realmente hubo abultadas pérdidas y no pequeños beneficios, como se comunicó en su día.
Pero queda por aclarar un tema de importancia decisiva, que es la determinación de responsabilidades, y su correspondiente satisfacción, incluso penal, si fuera el caso. Pero los partidos políticos mayoritarios no parecen dispuestos a que haya, inicialmente, una comisión parlamentaria para determinar las responsabilidades políticas, y que se inste a la Fiscalía a investigar las posibles responsabilidades penales. Para los políticos (muy especialmente -pero no solamente- los del PP, y no sólo a nivel nacional, sino de forma muy determinante en Madrid y Valencia) sería incómodo que Miguel Blesa y Rodrigo Rato tuvieran que comparecer para explicar qué es lo que ha ocurrido. Eso pondría en evidencia la manipulación política de la entidad, la obligación de financiar proyectos absurdos (sin viabilidad económica) a mayor gloria de algunos políticos. Entre ellos, Terra Mítica, el aeropuerto de Castellón (el que es para personas, no para aviones), el circuito de Fórmula 1 de Valencia, o los múltiples proyectos inmobiliarios con los que algunos contaban forrarse y que han resultado un descalabro. Posiblemente tendría que comparecer en esa Comisión Esperanza Aguirre, o Francisco Camps, o el propio Zapatero o alguien de su equipo económico.
Valeriano Gómez, Ministro de Trabajo con Zapatero,
ha sido consejero de Bankia en esta última etapa.
(Fuente: actibva)
Pero no debemos cejar en el empeño. El mal ya está hecho en Bankia, pero hay que depurar responsabilidades, todas las responsabilidades. O seguirá ocurriendo lo mismo en otras entidades a partir de mañana. De hecho, la reacción de los mercados no es la de alguien que suspira aliviado por haber separado la manzana podrida, sino de alguien que ha descubierto que el cesto contiene manzanas podridas. El argumento que ya se ha utilizado, para negar una investigación, de que eso podría provocar intranquilidad en los mercados es nulo de toda falsedad.
Aunque el tratamiento dado a este tipo de asuntos en Estados Unidos dista mucho de ser ejemplar, por lo menos hay algunos responsables encarcelados, y les hemos visto sometidos a duros interrogatorios en el Congreso y en el Senado. Aunque también hay (presuntos) culpables por acción o por omisión, que siguen ocupando cargos de responsabilidad.
La que empezó siendo una crisis financiera (principalmente ocasionada por la codicia sin límites de los agentes de un sistema poco o nada regulado -tolerado o consentido por las autoridades-, y por el absoluto desprecio del riesgo), evolucionó a crisis de Deuda Pública y a una crisis económica global, especialmente en la Unión Europea. De ninguna forma debemos permitir que evolucione hacia una crisis moral y ética, si los verdaderos responsables de tanto descalabro se acaban yendo de rositas. Al Gobierno tenemos que exigirle que investigue hasta el final, caiga quien caiga.
Con nuestro dinero sólo podemos jugar nosotros mismos, si nos apetece (yo lo hice, y no me ha salido muy bien que digamos). Para el dinero que es de todos, transparencia sin piedad. Que nadie se ponga de perfil para pasar inadvertido. Que un colchón de billetes de tal tamaño, cruje incluso andando de puntillas por encima. De ninguna forma debemos aceptar que la desidia con que se trate este tema ahora facilite que otros responsables desprecien el riesgo (quizá persiguiendo su propia fortuna personal), en el convencimiento de que si sus apuestas en el Casino Mundial salen mal, ya vendrá Papá Estado, que somos todos, al rescate. Y que, por cierto, si salieran bien, a la saca.
A los responsables, ni agua.
JMBA