La estética de las palabras

Publicado el 22 diciembre 2014 por Wig

Las estética de las palabras se establece en la relación que hay entre la carga emocional y la carga lingüística, esto es, léxica, semántica, sintáctica, estructural, oracional, etc. que tiene el lenguaje. Se podría decir que es una marca de estilo, puesto que éste tiene un significado más amplio y hace referencia en sí a la elección de un subcódigo determinado dentro de un código convencional extendido. Elegimos unas palabras sobre un montón de palabras y las combinamos, en resumen. Esa combinación se atiene a reglas lingüística. Y cuando le añadimos la carga emocional, se produce la estética. Aparentemente fácil así dicho. Pero no. Puesto que el el lenguaje es sonoro y visual al mismo tiempo. Es como si estuviera a medio camino entre la música y la pintura o la fotografía, y sus variantes estéticas. La deferencia de los escritos se establecen en relación a la técnica literaria y la capacidad de cargarla emocionalmente. No basta con escribir lo que uno cree que siente con palabras sin cometar faltas de ortografía. Es más establecer una especie de "conmoción" para con el que lo lee. No importa el tema, la temática, el género literario, etc. Únicamente es la transmisión de sensaciones. Lo demás son catalogaciones. Y ahí comienza lo complejo. La literatura se supone que estudia la estética ligüística, y no el producto cultural al que se refiere con el mismo nombre de literatura para designarlo. Y ambos están ligados como el agua y el aceite. Un escrito estético puede ser un producto cultural, pero no necesariamente, puesto que un buen escrito lo es, sin duda, pero no necesariamente tiene que ser estético. ¿Quién determina ese criterio? Ahí se complica más la cosa. Está lo académico y lo no académico. Pero eso no tiene nada que ver con la estética de las palabras, sino con el convencionalismo literario y sus consiguientes manuales de estilo estético. Así que, escriban como le vengan en gana y no se preocupe si le dicen que está bien o mal, es bueno o malo. Siempre estará mal al gusto de alguien.