Para algunos, el nuevo periodismo supone simplemente una forma de escribir literatura ajena a los condicionamientos de la ficción o la no-ficción, o las etiquetas de periodismo o novela. Otros consideran válido el término para todas las innovaciones que se dieron en este ámbito en los años sesenta. Sin embargo, quizá la definición más clara y acertada sea la que ofrece Michael L. Johnson, y que refuerza la idea de que es necesario tomar en cuenta dos criterios clave e inseparables: la estética y la ética. El nuevo periodismo, dice, es "una forma de arte literaria y personal con el poder de percibir, analizar y comunicar el significado del proceso cultural en un nuevo modo no oficial y de contracorriente que pudiera reeducar un público hipnotizado por los lemas retóricos del periodismo convencional".
En otras palabras, la nueva tendencia no sólo se define por la novedosa utilización por parte de algunos periodistas de unos recursos técnicos tradicionalmente asimilados a la novela, gracias a la cual se le confiere al periodismo una categoría artística y una fuerza narrativa hasta entonces desconocida, sino que además pretende revitalizar el periodismo de denuncia, constituyendo un medio comprometido con las causas sociales y crítico con las deficiencias del sistema y de los medios de comunicación, y que lleva a cabo una labor de concientización y educación de un público considerado no como receptor pasivo, sino como lector inteligente.
Maricarmen Fernández Chapou Directora de la carrera de Periodismo y Medios en ITESSM, Ciudad de México. De la Red iberoamericana de Historiadores.