La ruptura del Tratado de Amistad y Cooperación con Argelia, por decisión unilateral argelina, fue un notable drama de la desastrosa política exterior de Pedro Sánchez y su gobierno, que ha convertido a España en una especie de "paria" internacional sin prestigio y aislado.
Argelia, convertida en "enemigo" resentido, es un vecino peligroso que puede inundarnos con pateras y hacernos mucho daño en África como represalia por el cambio de rumbo personal que ha impuesto Sánchez a la política española sobre el Sahara y la traición al pueblo saharaui.
Sánchez ha tenido el "mérito" de romper con Argelia, traicionar a los saharauis y no solucionar el conflicto con Marruecos de una tacada. Triple daño para España, triple ridículo, triple perjuicio y triple riesgo.
Nadie se extraña ya en Europa de los estrambóticos errores y vaivenes de la política exterior del gobierno de Sánchez, internacionalmente conocida porque siempre opera a favor de sátrapas y dictadores, olvidando defender principios y valores como la democracia y las libertades y derechos del ser humano.
Existe una especie de "Internacional de la tiranía", no institucionalizada pero real, de la que España, sin formar parte, actúa como agente y defensora,
España es, con gran diferencia, el país europeo más sometido al globalismo y a los objetivos de la Agenda 2030, una postura que implica el apoyo a esa internacional de la tiranía que cierra medios de comunicación críticos, que ejecuta a los que roban, que ahorca a los gays, que decapita a los infieles, que oprime a la mujer y que tiene sus cárceles llenas de opositores políticos y de gente cuyo único pecado es pensar diferente que el poder, un mundo siniestro donde figuran países tan amigos de España como Cuba, Irán, Venezuela, Nicaragua, China y otros de similar pelaje.
En esa internacional siniestra figuran los dos países del mundo que más ciudadanos ejecutan cada año: China e Irán.
Por fortuna, los socios europeos de España siguen defendiendo la democracia y los derechos humanos en sus relaciones internacionales y esa postura de la Unión mitiga la suciedad de la política externa de España.
Errores bisoños de una política exterior en manos de “inexpertos” que creen que la falta de principios, el predominio de la ideología y el abrazo sonriente pueden sustituir a valores estables que han soportado las relaciones internacionales durante siglos, como el respeto a las leyes y la reciprocidad. Son torpezas diplomáticas y estratégicas de gente que ignora que si existe un espacio en política que no puede alimentarse de utopías, sueños y deseos, es la política exterior, donde los intereses de unos chocan con los de otros y donde el realismo se impone siempre por la fuerza de la razón y de la lógica.
Los bodrios sanchistas en el mundo y la desconfianza hacia España, presente incluso dentro de la OTAN, han privado a España de grandes negocios y ha dejado fuera a nuestro país de grandes acuerdos y consorcios, ideados para hacer negocios internacionales y crecer juntos.
Sánchez es un gran fabricador de bodrios que está dejando a España descolocada, aislada y debilitada en el concierto mundial. Al sucesor de Sánchez le queda por delante un trabajo enorme de recuperación de prestigio y confianza en el mundo, después de un sanchismo que ha convertido la política exterior de España en una fábrica de desconfianza y de enemigos.
Francisco Rubiales