Dr. Juan Carlos Sánchez, coganador del Nobel de la Paz 2007
Ya desde su campaña electoral Barack Obama se perfilaba como un presidente con tintes verdes. Ahora en su segundo mandato, más consolidado, pudo anunciar recientemente desde la Universidad de Georgetown, ciertas medidas que si bien muchos califican de ambiciosas, sin calendario claro y propagandísticas, indudablemente ponen a Estados Unidos en la mira de las rectificaciones frente a la opinión pública. En resumen el mandatario ha dicho que la meta es reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en torno a un 17% tomando como referencia los niveles de 2005 (se apunta a las plantas de carbón, que producen el 37% de la electricidad de EE UU, pero también el 40% de las emisiones).
Otro de los objetivos es promover el uso de energías limpias (investigación, desarrollo e implementación), para lo cual se proyecta una inversión de 7.900 millones de dólares y se piensa, entre otras cosas, autorizar el mayor número de permisos para proyectos de energía renovables (esto incluye a los ciudadanos comunes), exhortar y apoyar a los países en desarrollo a que cambien a dichas fuentes de energía más limpias e involucrar a grandes aliados internacionales en la lucha. Otra de las fases del plan es la preparación del país para los efectos del cambio climático, principalmente atención a infraestructuras y vías de comunicación y la adecuación de zonas propensas a inundaciones. “La pregunta no es si tenemos que tomar acción. La pregunta es si tendremos la valentía de tomar acción antes de que sea demasiado tarde", dijo Obama al presentar el proyecto.
En torno a este acontecimiento, se consultó la opinión del Dr. Juan Carlos Sánchez, científico venezolano, co-ganador del Premio Nobel de la Paz 2007, profesor universitario y asesor ambiental, quien se desempeñó como asesor de las delegaciones nacionales en la negociación de la Convención de Cambio Climático y del Protocolo de Kyoto en Naciones Unidas entre 1989 y 2001, entre otras actividades.
La estrategia de Obama ante el cambio climático Dr. Juan Carlos Sánchez M.
Los anuncios realizados recientemente por el Presidente Obama en la Universidad de Georgetown acerca del desarrollo de una estrategia en materia de cambio climático se corresponden con una promesa que formuló durante la campaña presidencial que le llevó a su segundo mandato. La estrategia es una respuesta al hecho de que el costo del cambio climático para la economía de USA es real y está aumentando, y que para minimizarlo es necesario reducir la emisión de gases de invernadero y reforzar la resiliencia a la alteración del clima mediante la adopción de medidas de adaptación. El solo hecho de exponer públicamente estas ideas es en sí mismo un paso adelante, teniendo en cuenta que Estados Unidos es uno de los pocos países que no suscribió el Protocolo de Kyoto. Pero tal iniciativa va a requerir de un esfuerzo presidencial continuo para que las buenas intenciones puedan traducirse en una política concreta.
Lo ideal sería que el Congreso estadounidense respalde el desarrollo de una economía de bajas emisiones de gases, pero aún no están dadas las condiciones para ello; sin embargo Obama tiene como recurso el uso de los poderes que le confiere la Ley de Aire Limpio, para exigir a las plantas termoeléctricas reducir sus emisiones, lo cual representaría un avance significativo debido a que estas plantas (que en su mayoría funcionan con carbón) son la mayor fuente no regulada de emisiones de dióxido de carbono de Estados Unidos. Muchas empresas se han mostrado dispuestas a trabajar con el gobierno para desarrollar enfoques pragmáticos que permitan reducir las emisiones a la vez que mantienen las condiciones de asequibilidad y fiabilidad del servicio eléctrico. Ello se debe a que para las empresas es fundamental tanto su seguridad física como jurídica, y saben que una prolongada falta de acción del gobierno con respecto a la amenaza de la alteración del clima les expone a crecientes riesgos derivados de los fenómenos climáticos extremos.
En la elaboración de las normas para las plantas termoeléctricas, la Agencia de Protección Ambiental (EPA) deberá consultar ampliamente a las empresas y a los Gobernadores de los Estados, quienes son los que en definitiva deberán ponerlas en práctica. El éxito de la estrategia de Obama va a depender entonces de la habilidad de la EPA para idear una estrategia flexible que permita adoptar una variedad de políticas a nivel estatal, incluidos los enfoques basados en el mercado, a fin de lograr que las empresas puedan reducir sus emisiones al menor costo posible.
Si se considera que Estados Unidos se ha visto sometido en los últimos años a eventos de tormentas, huracanes, tornados y sequías intensas, es lógico que el presidente haya anunciado también medidas para fortalecer la resiliencia de Estados Unidos a estos fenómenos. Su plan de adaptación busca ayudar a las comunidades y empresas a aplicar las lecciones aprendidas de estos eventos, en particular del huracán Sandy que afectó recientemente a New York y New Jersey, para hacer frente de la mejor manera a los riesgos climáticos futuros.
Implementar la estrategia del presidente Obama no será fácil, sin embargo, en este momento tal iniciativa parece contar con el respaldo de la mayoría de los estadounidenses. Así Estados Unidos, que no suscribió el acuerdo de Kyoto, comienza a mostrar voluntad política para actuar ante el cambio climático. ¿Cuándo comenzaremos en Venezuela?
Por Heidy Ramírez Schmegner @ideagenial Miembro de la red Periodismo ante el Cambio Climático