Esta entrada es la continuación de La Estrella Caída. Si no has leído el primer capítulo, seguramente prefieras hacerlo antes de comenzar con este... INSENSATO!
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Estaba más que harta de estar allí. Llevaba varias horas con la estúpida niebla y Enaia en lo único que podía pensar era en su cama, tan blanda y calentita que le parecía el paraíso ahora mismo. En la realidad, estaba mojada, el frío se le había metido hasta los huesos y notaba tanto el pelo como la armadura más pesados que nunca. Hasta la ropa que llevaba por dentro se había humedecido. Observó alrededor para comprobar que todo seguía exactamente igual, no veía más allá de su nariz. Miró hacia arriba preguntándose a qué dios había ofendido tanto, cuando el ruido de algo pesado impactando contra el suelo a escasos dos metros de ella la puso en alerta. Distinguió la forma de algo agazapado en el suelo y un leve quejido le verificó que era una persona.