A la hora de participar en internet, los usuarios no tienen en cuenta lo que ganan aquellos con los que interaccionan sino el tipo de acción elegida. Los resultados se basan en experimentos del dilema del prisionero, como el realizado en diciembre con 1.300 alumnos de Bachiller de Aragón.
Un estudio de las universidades de Zaragoza y Carlos III de Madrid demuestra que la estructura de las redes sociales no influye en el nivel de cooperación entre las personas. Las conclusiones, publicadas en la revista Scientific Reports, apuntan a un cambio de paradigma en la interpretación de la toma de decisiones en dilemas cooperativos.
Este estudio, realizado por investigadores de las Universidades de Zaragoza y la Carlos III de Madrid, se basa en los resultados obtenidos en experimentos del Dilema de Prisionero, como el realizado en diciembre con 1.300 alumnos de Bachiller de Aragón, que se llevó a cabo con el fin de analizar el fenómeno de la cooperación.
El estudio realizado por Carlos Gracia y Yamir Moreno, investigadores del Grupo de Redes y Sistemas Complejos (COSNET Lab) del Instituto de Biocomputación y Física de Sistemas Complejos (BIFI) de la Universidad de Zaragoza, junto a los investigadores José Cuesta y Ángel Sánchez de la Universidad Carlos III de Madrid, adopta una perspectiva pionera en el estudio teórico de la emergencia de la cooperación.
Durante los últimos veinte años se ha producido una gran controversia acerca de si la estructura de las interacciones entre las personas (es decir, la existencia de una cierta red de contactos, o red social) ayuda o no a que éstas cooperen en situaciones en las que no cooperar permite obtener beneficios sin el coste de ayudar.
Muchos trabajos teóricos han analizado el tema, pero las conclusiones son contradictorias, ya que la manera en que las personas toman la decisión es casi siempre una hipótesis de los modelos sin demasiada base que la justifique.
La cooperación depende del estado de ánimo
Las observaciones coinciden en que las personas no tienen en cuenta lo que ganan aquellos con los que interaccionan, sino más bien el hecho de que cooperen o no. Además, la decisión que toman suele depender también de su propio estado de ánimo, esto es, se observa que la probabilidad de cooperar es considerablemente más alta si se cooperó la vez anterior que si no.
También se observa cierta heterogeneidad en el comportamiento, encontrando una cierta porción de individuos que apenas cooperan, independientemente de lo que hagan los que los rodean, y unos cuantos individuos que casi siempre cooperan, de nuevo sin importar lo que hagan los demás.
Los investigadores han estudiado matemáticamente qué ocurre cuando un grupo de personas que se comportan como dicen los experimentos tienen que decidir si cooperar o no, y cómo la existencia de cooperación, a nivel global o en el grupo, depende de la estructura de las interacciones. En concreto, se analiza lo que sucede si cada persona interacciona con todas las demás, si las personas están colocadas en un retículo cuadrado e interaccionan con sus cuatro vecinos más próximos, o si están dispuestas en una red más parecida a las redes sociales, en la que el número de vecinos es muy variable y depende de cada persona.
Análisis matemático
El primer caso (cada individuo interacciona con todos los demás) se puede resolver matemáticamente y predecir el nivel de cooperación resultante. Lo que se observa es que éste depende de la composición de la población, es decir, de qué proporción de individuos utiliza la estrategia descrita anteriormente, y qué proporción coopera o no casi siempre independientemente de los demás.
A continuación, esta predicción se compara con los resultados de simulaciones numéricas obtenidas para las poblaciones dispuestas sobre cada una de las dos redes, y se comprueba que el resultado es exactamente el mismo, en contra de lo que se ha venido concluyendo en todos los trabajos precedentes.Las consecuencias de esta predicción son muy importantes, en tanto en cuanto que, si son ciertas, descartarían la existencia de uno de los cinco mecanismos que se han propuesto para explicar la emergencia de la cooperación, el llamado mecanismo de “reciprocidad de red”.
Para comprobar la predicción es necesario llevar a cabo experimentos a gran escala, algo en lo que este grupo de investigadores está muy involucrado actualmente. Llevar a cabo estos experimentos es de una gran dificultad, dado que para estudiar redes heterogéneas de manera que los resultados sean significativos es necesario trabajar simultáneamente con centenares de voluntarios.
Si, tal y como el equipo espera, los experimentos confirman lo que predice este trabajo, estaríamos ante un cambio de paradigma en la interpretación de la toma de decisiones en dilemas cooperativos: en lugar de tener en cuenta lo que se gana, los individuos basarían sus decisiones en la cooperación que reciben, y esto hace que la forma en que interaccionan (la red social subyacente) deje de tener importancia.
Artículo publicado en Servicio de Información y Noticias Científicas (SINC).