La estupidez de las listas

Por Tiburciosamsa

Detesto a todos esos enteradillos que andan compilando listas sobre las cosas que deberíamos hacer o los lugares que tendríamos que visitar antes de morir. A ver, si a mis años no he hecho parapente a lo mejor es que no me ha apetecido. A lo mejor me he pasado los últimos treinta años dedicado en cuerpo y alma a la papiroflexia y me ha llenado tanto que no he pensado en otra cosa. En cuanto a lo de los lugares a visitar, que se lo cuenten a Lao-tsé que añoraba los gloriosos tiempos antiguos cuando la gente moría sin haberse alejado de su pueblo natal. Como que me gusta más la sabiduría de Lao-tsé que la de los enteradillos. La abuela de mi amigo Antonio nunca salió de su Ibiza natal y bien feliz que fue. Su argumento era que para ver mundo ya tenía la televisión. La última lista que ha caído en mis manos es la de 5 fantasías sexuales que debería cumplir antes de morir. Y son, a saber:1) Hacer un trío. Todos los que han participado en uno me dicen que es fantástico, pero no me lo acabo de creer. Desde luego que nunca participaría en uno de dos hombres y una mujer. Ya sabemos cómo son los hombres cuando hay una mujer de por medio. Empezaríamos con que a ver quién la tiene más grande y aquello terminaría pareciéndose más a un pulso de pollas que a un polvo en condiciones. Lo del trío con dos mujeres en principio parece más divertido. Primero te hacen un numerito lésbico y luego al ataque. Todo suena muy bien en teoría, hasta lo de morirse mientras duermes (yo prefiero la opción de no morirse en absoluto, pero parece que no viene en el catálogo que nos entregan al nacer). Si en la práctica a veces me preocupa no ser capaz de satisfacer a una mujer, a dos ya ni te cuento. 2) Probar con una persona de tu mismo sexo. Este es un consejo que últimamente se prodiga bastante. La autora de la lista afirma que “es muy probable que, en algún momento de nuestras vidas, nos preguntemos qué hay detrás de la valla de la heterosexualidad y queramos probar una experiencia con alguien del mismo sexo.” La curiosidad humana es insaciable. A mí me gustaría saber lo que me sucedería si bajase buceando a 40 metros y me echase un lingotazo de güisqui, pero mi curiosidad no llega a tanto como para hacer la prueba. Supongo que en buena lógica la autora debería sugerir que los homosexuales antes de morirse deberían probar a montárselo con una mujer de cualidades rubensianas. En fin que el que ya se lo haya montado con una persona de su mismo sexo o con una mujer rubensiana es porque le apetecía y no porque le haya venido ninguna lista con una lista.  3) Practicar el sexo con alguien que no hable ni una sola palabra de tu idioma. Mira por donde, ésta sí que le he practicado y no la recomiendo. Paramí, uno de los placeres del sexo es la charla de después cuando los dos agarraditos y desnudos habláis de todo lo divino y lo humano y calentáis motores para el segundo, que suele ser mejor que el primero. Todo eso te lo pierdes si no compartes idioma.Por otra parte, sin idioma en común, ¿cómo le explicas que quieres que se vista de enfermera, te haga una mamada, pero sin terminarla y que luego se ponga a cuatro patas mientras le entras por detrás? No es que yo pida que me hagan esas cosas, pero tengo un amigo que... En fin, hacerlo con una persona con la que no tienes un idioma en común es una experiencia que debería quedar reservada a antropólogos y mimos. 4) Tener un amante con el que mantienes una relación exclusivamente sexual. En abstracto suena muy bien, pero no sé si a la larga funcionaría. Me cuesta imaginarme teniendo sexo con una persona de manera regular sin que al final no aflorara algún tipo de sentimiento por esa persona.
5) Explorar el sexo tántrico. ¡Por fin una idea en la que estoy de acuerdo con la autora!