El recuerdo que tenía de la etapa Englehart en Los Vengadores era bueno. Para mi fueron un tostón tanto la S. Lee como la R. Thomas. Ahora, a falta de releer la 2ª, tengo una mejor opinión de la 1ª y una peor opinión de la Englehart. Sólo puntualmente está por encima de la media dentonces. Deste modo sólo cabe concluir que en general los 1º 151 nº de Los Vengadores son muy mediocres a pesar de su enorme contribución a la formación del Universo Marvel. Tampoco es que después la mediocridad haya dejado de ser la tónica dominante de la cole. Incluso la cosa ha empeorado si metemos en el lote lo perpetrado por Bendis.
La etapa de Englehart es irregular. Empieza mal, sube con el simple pero efectivo crossover con los Defensores, luego baja cuando se centra en lo de Mantis porque es un poco parida y demasiado largo, y aquí es donde lo retomo. Desgraciadamente, tras llegar a aburrir al lector con su encoñamiento del personaje que había creado, Englehart no remonta tras finiquitarlo. Acto seguido es cuando toca el fondo de la serie, tras haberle hecho un agujero, con el tema del Sapo. A Englehart le hacía tanta gracia que no le importaba que sólo se la hiciese a él y que todo fuese absurdo, que no es lo mismo que surrealista. La etapa no remonta mucho con lo siguiente, un homenaje a S. Lee y a R. Thomas, pero sí con lo inmediatamente posterior: el tema de la Corona Serpiente, donde Englehart aprovecha para, tal y como había predicho, finiquitar a Kang no sé si sabiendo que eso no iba durar. La cosa sube porque en esta saga el guionista reedita la fórmula que empleó en el crossover mencionado así que eso da dinamismo a su resaca del tema Watergate, que debió impresionar a Miller ya que tal historia con su Hiperión idiota y fiel perro de un presidente de EE.UU. integristamente neoliberal recuerda a los Superman y Reagan del Caballero Oscuro. La etapa de Englehart termina con 2 nº de transición, por ello uno dellos reedita casi entero el célebre nº 16 de la serie, en donde mientras su sucesor, que aprovechando su poder le había relevado de la serie, crea su alineación de Vengadores, él mete su última idea que es su legado ya que ha tenido gran influencia en el Universo Marvel: el regreso de Wonder Man de la muerte pues había fallecido en el ya lejanísimo nº 9 de Los Vengadores. Esta idea da una buena idea de lo que es la etapa Englehart en la cole.
Ya hemos dicho que la etapa Englehart en conjunto es un poco mejor que lo anterior, y no lo es más porque él no es un buen guionista. Es dinámico, atrevido y, en los 70, comprometido, pero a cambio está demasiado dominado por el pasado que tanto adora y por ser fiel al estilo S. Lee a través de la interpretación de su adorado R. Thomas. Así, las historias de su etapa son simples y demasiado deudoras del pasado. Englehart tiene personalidad, es decir voz, ahí está los ejemplos para no salirnos de Los Vengadores de Mantis o de Sapo, pero a la vez busca desesperadamente referirse al pasado, con lo que lastra la lectura, y está prisionero de un estilo de narrar donde abundan los deus ex machina, las casualidades más fortuitas y los porque sís y no trata de disimular lo absurdo de la lógica superheroica. Por ejemplo, mete a un personaje popular de la Marvel no superheroica que había desaparecido en los 60 porque este quiere ser superhéroe. Los Vengadores se lo llevan a una misión de infiltración a pesar de no tener poderes y experiencia callando al Capi mentándole que en el pasado él hizo algo parecido con R. Jones, cuando se supone quel presente está para mejorar el pasado. Son capturados, no por culpa de dicho personaje, y en la huida se encuentran con un traje de superhéroe, el de la Gata, tirado por ahí! Como la situación es desesperada no se les ocurre más que dárselo al personaje en cuestión pues es femenino, tiene poderes incorporados y, sobre todo, los Vengadores ya son superhéroes! Entonces pasa de acompañarlos a repartir hostias con ellos sin ningún tipo de miedo. Afortunadamente al final, tras la victoria, la envían con una superheroína para que aprenda. Así, sólo en momentos puntuales Englehart ha conseguido romper la barrera del Tiempo pues ya era rancio incluso para su época. Se lleva a los Vengadores al Oeste cuando el Western está ya muerto.
La antesala de lo de la Corona Serpiente lo dibujó Tuska ya sexagenario con algo de brusquedad pero eficientemente así que no consiguió alegrar unos malos guiones. No lo hubiera hecho incluso de haberle interesado el tema. Por eso su paso por la cole fue fugaz. Le sucedió para el meollo un primerizo Perez muy influenciado por BWS, supongo que el ídolo de la época para todo jovencito que empezaba en Marvel. Está verde pero motivado de modo que el resultado es eficiente pero primerizo, acartonado e impersonal. Lo mejor que tiene es que hace las calles de NY vacías de peatones y coches lo cual da a la historia un toque fantasmal que no le queda mal. Así, podemos decir que la etapa Englehart visualmente es poco atractiva.
Con la historia sobre la Corona Serpiente terminó Englehart su etapa así que deja buen poso. En realidad sus nº malos son pocos pero la mediocridad es la tónica dominante. Normal porque Englehart no es un buen guionista y no se dedicaba a escribir solamente Los Vengadores. Aquí podéis leer su opinión sobre su etapa en la cole. Así, aunque Englehart defendió bien el fuerte, fue original, tuvo ideas que aún siguen en uso, Hellcat aún sigue dando caña por ahí, o que dieron pie a grandes cosas, el Escuadrón Supremo de Gruenwald nace del tratamiento deste supergrupo en la saga de La Corona Serpiente, y avanzó el escribir sagas largas y ambiciosas con su historia sobre Mantis, su enfoque fanfic, su simplicidad, su tendencia a forzar los guiones, por ejemplo, y ciñéndome a esta parte de su etapa igual que en los siguientes, no cuenta como los Vengadores se cuelan en la Casa Blanca y suplantan al presidente estadounidense, y una desvergüenza que le impedía saber cuando se estaba pasando, agente, intentaremos controlar mejor ntros. misiles!, o cayendo en la parida, la capacidad imitativa de Bestia, hacen que sus guiones no sean atemporales de modo que aguan mucho unas historias que en el fondo son más modernas y cercanas que las de su predecesores.