La evaluación académica como herramienta de segmentación social

Publicado el 17 diciembre 2013 por Javier Díaz Sánchez @javierdisan
Tiempo estimado de lectura: 1 minuto

Fuente: http://www.sxc.hu/

Las calificaciones académicas o “grados” pretenden ser un indicador fiable de que los alumnos han asimilado cierto nivel de conocimientos, habilidades, etc. Lamentablemente es difícil que estas calificaciones puedan describir las capacidades de un individuo. Es más, la evaluación a la que estamos tan acostumbrados ni tan siquiera sirve para estar seguros de que se haya producido un aprendizaje significativo y duradero. De hecho, te sugiero que leas el curioso origen del sistema de calificaciones académicas.

Si evaluásemos nuevamente a alumnos que el año anterior aprobaron una determinada asignatura ¿cuántos crees que volverían a superar las pruebas de evaluación? Lo cierto es que la mayor parte de las veces el resultado de la evaluación solo refleja un proceso de memorización y reproducción de un corpus “teórico” que es ajeno a la realidad e intereses de cada alumno particular.

Pero a pesar del plano superficial desde el que se pretende tomar el pulso al aprendizaje de los alumnos, la evaluación académica constituye el primer tamiz social que discrimina entre unos individuos y otros, y sus implicaciones se dejan notar desde una temprana edad. De hecho, vivimos en un sistema social en el que la evaluación académica se ha empleado, a menudo, como herramienta al servicio de la selección, clasificación y control de la ciudadanía. Recordemos que la educación en si misma no es neutral.

Los sociólogos han analizado los mecanismos de las barreras que obstruyen la movilidad social y su veredicto es claro: la escuela, en especial su sistema de exámenes y de calificaciones constituyen el principal instrumento de diferenciación y estratificación social. Cardinet

Por otro lado, conviene saber que en la evaluación se suele utilizar un sistema de referencia estadístico basado en la conocida curva de la normalidad (campana de Gauss). Tomando como punto de partida este marco de referencia resulta fácil y casi inevitable hacer juicios globales sobre la capacidad o la valía de cada persona. Esto también significa que todos aquellos que se salen de la norma tienden a quedar marginados en cierto sentido ya que, en la práctica, nuestro actual modelo educativo no reconoce ni atiende debidamente las diferencias individuales entre los alumnos.

Para terminar quiero compartir contigo una última reflexión acerca del sentido práctico de los títulos académicos. En relación con lo que hemos visto hasta ahora, de manera generalizada se asume que la posesión de un título es la garantía formal de que se poseen y dominan determinados conocimientos pero la realidad nos demuestra que tal garantía es una falacia. La obsolescencia de los contenidos, la desconexión con la realidad laboral del individuo, etc. hace que muchos de los títulos y diplomas que vamos acumulando a lo largo de nuestra vida sean poco representativos de nuestras capacidades actuales. Por otro lado, personas que son competentes para las tareas que desempeñan pero que no poseen el título acreditativo caen bajo la sombra de la sospecha. Por todo lo comentado anteriormente ¿cómo crees que se podría mejorar la evaluación de los alumnos? ¿cómo se deberían acreditar las experiencias de aprendizaje que suceden fuera del entorno académico?