Es curioso analizar los distintos procesos históricos y poder analizar las diferentes formas de pensamiento que predominaban en cada época histórica, y cómo llegamos hasta el día de hoy en ese aspecto.
Uno de los aspectos que más han influido a lo largo de la historia para cambiar las formas de pensar son los avances tecnológicos. Normalmente, y salvo en las últimas décadas de nuestra historia, cada vez que había un nuevo avance tecnológico, surgía una evolución o un cambio del pensamiento.
Eso sí, en cualquier caso, estos procesos, tanto los tecnológicos como los del pensamiento, van a una velocidad muy lenta, de cientos y miles de años, dependiendo de la época a la que nos refiramos.
Por ejemplo, uno de los procesos más lentos sería el cambio entre el Paleolítico y el Neolítico, que se debe, entre otras cosas, al empleo de la agricultura y la ganadería estabulada, lo cual hace que el ser humano pase del nomadismo al sedentarismo, lo cual hace que el ser humano pase de pensar en hacer largos trayectos sin estar en una posición permanente para buscar los recursos que necesita, a pensar en obtenerlos en su área más próxima contando siempre con una posición permanente de referencia.
Además, la necesidad de ordenar quien explota las distintas parcelas de terreno, acaba derivando en el surgimiento de la propiedad privada, y eso acaba derivando en el surgimiento de sociedades jerarquizadas, algo que desde luego no sería posible en el Paleolítico, lo cual influye en el modo de pensar de los individuos que viven esos procesos.
Cada época histórica cuenta con su tecnología destacable que hace modificar el pensamiento de los individuos y sus sociedades en un plazo más o menos largo de tiempo, lo más habitual es que ese tiempo sea el que dura una generación y su recambio, es decir, que realmente el cambio completo de mentalidad de una sociedad se realiza cuando, al surgir un avance tecnológico realmente trascendental en una generación, empieza el cambio de mentalidad que supone el poder disfrutar de los beneficios de ese avance tecnológico, pero como pasa siempre cada vez que surge un avance de cualquier tipo, siempre va a haber un grupo de personas en todas las sociedades que van a mirar con recelos e incluso con miedo ante cualquier tipo de cambio o avance frente a lo establecido en cada momento, y que incluso podrían llegar a sabotear cualquier cambio.
El efecto de la mentalidad de estas personas suele durar hasta que esas personas de esa generación mueran. Lo explicaré mejor con un ejemplo real histórico. El surgimiento del ferrocarril en Inglaterra durante la Revolución Industrial supuso un grandísimo avance en el transporte de seres vivos y objetos, y en las comunicaciones entre distintos lugares. Eso lo sabemos ahora y se lleva aceptando como tal desde hace mucho tiempo.
Pero esto no siempre fue así. Hubo gente en la época del surgimiento del ferrocarril que opinaba de manera desfavorable hacia este nuevo medio de transporte. Decían que el ser humano no se podría desplazar tan rápido, que biológicamente no estábamos preparados para ello, y que podría destruirnos a nivel biológico por desplazarnos a demasiada velocidad.
Hoy nos entra la risa al leer esas críticas, especialmente teniendo en cuenta que la máxima velocidad que alcanzaban los ferrocarriles que esta gente criticaba a principios del siglo XIX, no sería superior a los 10 km/h (de hecho, era bastante milagroso que alcanzase esa velocidad en aquella época).
Estos individuos criticaron el tren hasta su muerte, ya que habían conocido otros medios de transporte, evidentemente mucho más lentos que el ferrocarril, pero son los medios con los que estas personas estaban familiarizados durante gran parte de su vida, y el surgimiento del tren vendría a trastocar gran parte de lo que esta gente conocía en aquella época, y eso es algo que les dio miedo o inseguridad (o ambas a la vez). El miedo al cambio parece que es brutal a veces.
Eso sí, ya cuando estos individuos murieron, sus hijos y nietos ya no tendrían el miedo de sus padres, ya que ellos vieron que los antiguos medios de transporte que conocieron sus padres poco a poco se van extinguiendo, se van dejando de usar, en sustitución del ferrocarril, y además, y lo más importante, es que los descendientes de estos críticos van viendo que los miedos de sus predecesores eran infundados, y que el nuevo medio de transporte tenía un montón de ventajas.
Esto hace, por ejemplo, y siguiendo con el ejemplo del ferrocarril, que el desplazamiento entre dos puntos (digamos, dos ciudades) mediante el ferrocarril sea mucho más corto, por lo que ya, por ejemplo, las preparaciones previas necesarias para poder afrontar un desplazamiento a otro lugar, ya no sean exactamente las mismas, y al final, en las mentalidades de los individuos van quedando ajustadas las nuevas necesidades a partir de dicho avance tecnológico (aunque supongo que algunas veces queda algún individuo por ahí que mantenga esa antigua forma de pensar, pero ya no tendría la credibilidad que podría haber tenido en épocas anteriores).
Esto pasó en todas las épocas históricas y ante cualquier tipo de avance tecnológico. En todas las épocas históricas menos en el presente, digamos, no sé, en los últimos 50-60 años de nuestra historia hasta hoy. Vivimos una época en la que hay tantísimos avances tecnológicos que surgen tan rápido que no hay tiempo para que nuestra mentalidad se acomode a cada nuevo avance tecnológico.
No me malinterpretéis, algunas cosas en la mentalidad humana cambian, pero hay algunas cosas que permanecen igual. Pensemos, por ejemplo, en el espectro de nuestras ideologías políticas. Es curioso poder ver la manera en que la mayor parte de las ideologías políticas predominantes actualmente, se corresponden de un modo u otro a la configuración ideológica de la Asamblea Constituyente surgida al calor de la Revolución Francesa, solamente unos meses después del asalto a la Bastilla.
En esta Asamblea Constituyente, los individuos que participan en ella ya se empiezan a agrupar por ideologías y no por estamentos sociales, como se hacía en el Antiguo Régimen, lo cual es ya una “revolución” también en sí misma, ya que es uno de los primeros ejemplos de la historia sobre cómo se agrupan los individuos de la clase política en los Parlamentos y otras instituciones de representación política hoy en día.
Si transponemos las ideologías políticas de estos individuos de la Francia revolucionaria con las ideologías políticas predominantes hoy en día, podemos ver que todas las ideologías políticas predominantes hoy en día en nuestros parlamentos (a excepción del fascismo, y, en consecuencia, del nazismo) tienen su origen en esta Asamblea Constituyente de la Francia revolucionaria.
Las diferentes tendencias monárquicas, las ideologías más inmovilistas y de extremo conservadurismo, los republicanismos, tanto los centralistas como los federalistas,… tienen su presencia en esta Asamblea Constituyente. Incluso lo que hoy llamamos marxismo o comunismo, tiene origen también en este contexto histórico de la Francia revolucionaria, de la mano de un conocido individuo llamado Graco Babeuf (1760-1797), que se adelantó en algunas cosas a lo que dirían Marx y Engels posteriormente.
¿Qué pensáis de todo esto? Invito al debate a todo el mundo, siempre y cuando se respeten las buenas formas del debate.
Simón de Eiré