05.06.2015 08:00
Cuando visitamos una ciudad que es distinta a la nuestra, es cuando verdaderamente viajamos. Al menos así tenemos todos concebido en el viaje en nuestra conciencia: salir de nuestro entorno habitual por un período de más de 24 horas.
Por otra parte, nos quejamos de vicio y muchas veces nos damos cuenta nosotros mismos de que incluso en nuestra ciudad de origen, también podemos hacer turismo, por decirlo así.
Soy de Madrid y en Madrid existen muchísimos museos y actividades culturales que realizar.
También podría salir a las periferias de la ciudad y visitar ciudades históricas que son incluso Patrimonio de la Humanidad, como Alcalá de Henares, o visitar la sierra madrileña en su puerto llamado Navacerrada.
Sin embargo, es curioso cómo estos mismos viajes, aunque son a veces altamente interesantes incluso para el que lo ve todos los días, por ejemplo, cuando pasa de camino hacia el trabajo (hablamos en Madrid, por ejemplo, del Museo del Prado), aún así hay algo por dentro de nosotros que no llega a considerar estas actividades como viaje.
Por eso me pregunto si acaso es la noche, las horas de pernoctación en el lugar diferente a nuestro origen lo que hace verdaderamente que al viaje lo consideremos viaje. O si es sólo el sentido de ver cosas que descubrimos por primera vez en la vida.
Pienso que son cuestiones interesantes, aunque a menudo muchas veces ni siquiera las pensamos, porque gracias a Dios estamos demasiado absortos en ver las maravillas que tenemos delante cuando salimos de nuestra ciudad.
En cambio, por otra parte, si fuéramos capaces de valorar por ejemplo el museo de nuestra ciudad, el hacer una visita a él como viaje, o como excursión de un día aunque lo tuviéramos a 100 metros de casa, haría que nos gustara más nuestra propia ciudad y seríamos, a la vez, más felices visitándolo.
Esta pequeña reflexión la tendré presente más adelante, cuando camine por los lugares a los que acuden turistas en Madrid, lugares por los que he pasado cientos acaso no miles de veces, lugar que están "muy vistos" para mí y que, incluso, a lo mejor aunque los quitaran de su lugar ni siquiera me daría cuenta.
Tal vez sea hora de hablar de viajes cuando estamos menos de 24 horas incluso en nuestra propia casa. Salir tres horas de ella no va a tener tanto sentimiento de novedad como un viaje a de una semana a Malta, pero tal vez la novedad aquí sería que por primera vez valoramos lo que tenemos en casa.