La Exfoliación y Protección: gestos imprescindibles en Verano

Por Lanena @virginiaELB

Ya tenemos el calor encima y seguro que estás planeando alguna escapada para hacer más amenos los días que quedan hasta tus vacaciones Como llevamos unos años muy raros debido a la mardita pandemia, seguro que tienes mucha prisa por pillar algo de color y verte guapísima. Pero no corramos y hagámoslo con cabeza, antes de ponernos al sol debemos preparar la piel. Debido a tantos meses con mascarilla, la piel no ha estado expuesta tanto al sol como en años anteriores. Así que esta primera exposición al sol va a ser crucial.

Los rayos ultravioleta UVA penetran hasta las capas más profundas degradando las fibras de colágeno y elastina. Los rayos UVB penetran en la epidermis inflamando las células y son los responsables de rojeces y quemaduras. Sí, estos rayos UV producidos por el sol causan la mayoría de los cánceres de piel y aceleran el proceso de envejecimiento prematuro de la piel.

Por ese motivo es imprescindible que en esa primera exposición solar tu piel esté lo más sana posible para que sea capaz de luchar contra estas agresiones. La forma de conseguirlo es con una rutina de belleza constante que evite la acumulación de impurezas y células muertas sin perder su hidratación y nutrición. Si has añadido a tu tratamiento una exfoliación periódica, ayudará mucho en este sentido.

Hablemos un poquito de la exfoliación que es un gesto del que nos olvidamos normalmente Como ya hemos visto en anteriores ocasiones, la exfoliación elimina las células muertas de la superficie de la piel, ayudando a que los activos de los productos que aplicamos a continuación no pierdan parte de su capacidad de acción. Hoy en día, la exfoliación la podemos realizar de tres formas y deberíamos elegir una u otra dependiendo de nuestra piel.

Exfoliación física o mecánica: se realiza con productos que incorporan partículas más o menos grandes con función abrasiva o con ayuda de dispositivos (almohadillas de silicona, cepillos faciales…).

Se pueden fabricar de vegetales, es decir, polvo de hueso de frutas, de cáscara de nuez u otros ingredientes; de animales, utilizando polvo de armazón de crustáceos, etc. y sintéticos de microgránulos de polietileno, óxido de aluminio, caolín…

Estas exfoliaciones limpian por emulsión y es la que menos problemas ofrece ya que es más superficial. Este es el tipo de exfoliación más popular para hacerla en casa e incluirla una o dos veces por semana en nuestra rutina de belleza sin peligro, eso sí, si nuestra piel lo tolera. Ni se te ocurra utilizarlos si tienes la piel sensible.

Exfoliantes químicos: estos productos descaman y sueltan las células muertas sin rascar o pelar como lo hace la exfoliación física. A diferencia de los físicos, generan una limpieza más en profundidad y rápidamente, pero no todas las pieles los toleran. Después de usarlo hay que tener especial cuidado con la exposición al sol directa o indirectamente y a las condiciones ambientales extremas como calefacción, viento frío, etc. Contraindicado para pieles sensibles, por supuesto.

Exfoliantes enzimáticos: estos productos están en medio de los otros dos. Realizan exfoliaciones menos agresivas y no modifican el PH de la piel. Se realizan con encimas vegetales que descaman, debilitan y sueltan las células muertas de manera más lenta que los exfoliantes químicos y por ello son menos abrasivos.

Cada tipo de piel necesita su exfoliante, por ejemplo, las pieles grasas son más gruesas y resistentes, por norma general tolerarán los exfoliantes físicos, en cambio, no notarán el efecto si utilizan exfoliantes enzimáticos. Las pieles sensibles no deberían utilizar los exfoliantes físicos y en cambio les gustará el efecto de los exfoliantes enzimáticos, siempre y cuando la piel lo tolere. Lo mejor es hablar con un dermatólogo. Las pieles maduras pueden utilizar exfoliantes químicos y notaran sus efectos en cuanto a la disminución de arrugas, tono firmeza de la piel.

Y una vez que tienes la piel limpia de impurezas y tratada con tu rutina diaria, debes acabar con una correcta protección, algo fundamental para mantener la piel sana durante todo el año y en especial durante el verano. Pero, ¿cómo elegir el mejor protector solar? Debemos tener en cuenta el tono y el tipo de piel.

Tono

Seguro que alguna vez has escuchado hablar del fototipo de piel pues eso no es más que una forma de agrupar el grado de sensibilidad al sol de cada tono de piel. Vamos a echarles un vistazo, pero para no marearos os hablaré de los tonos de la piel de manera general

Pieles muy claras o sensibles, tipo nórdicas, cabellos rubios o rojizos y ojos azules, en las que el bronceado se manifiesta en forma de irritación, enrojecimiento, deshidratación y sensación de tirantez. Estas pieles deben utilizar la máxima protección SPF50++ todo el día no solo cuando esté expuesta al sol.

Pieles claras, cabellos rubios y ojos claros, que se broncean ligeramente y con dificultad sin que sea tan sensible como las anteriores. Estas pieles deben utilizar la protección máxima para evitar quemarse y pueden ir disminuyendo gradualmente a medida que cogen color hasta una protección SPF50/30 dependiendo de la piel.

Pieles de tono medio, cabellos castaños y ojos claros que consiguen un bronceado claro. Estas pieles deben utilizar una protección alta y pueden ir disminuyendo a medida que cogen color hasta llegar a un SPF30.

Pieles tono medio intenso, cabellos castaños y ojos oscuros. Estas pieles se ponen morenas con facilidad, suelen ser unas pieles mate y generalmente grasas. Deben empezar como mínimo con un SPF30 y nunca bajar de un SPF15. Importante que sean productos libres de aceites que les permitan un bronceado gradual.

Pieles tono oscuro, cabello negro y ojos oscuros que se ponen morenas con muchísima facilidad y adquieren un tono muy oscuro. Siempre deben llevar protección solar, aunque sea de índices bajos y buscar fórmulas ricas en ingredientes hidratantes.

Y… ¿Qué quiere decir SPF (Sun Protection Factor), es decir, el factor de protección solar contra los rayos UVB? El número que viene junto a estas siglas se refiere al tiempo de exposición o lo que es lo mismo, el tiempo que le llevaría a la radiación UV del sol quemar nuestra piel utilizando ese protector, en comparación con el tiempo que tardaría en quemarse sin él. Por ejemplo, un producto con un SPF 30 indica que tardará 30 veces más en quemarse la piel de lo que tardaría sin protector solar.

Como has visto, dependiendo del tono de la piel se recomiendan protectores con un SPF más o menos elevado. Si bien, los recomendados aquí son puramente informativos (solo los pongo para que veas cómo funciona) pues cada persona es diferente y reacciona de forma diferente a los rayos. Cualquier duda que tengas, lo mejor es que se lo consultes a tu dermatólogo. Yo ya no reparo en el número, siempre me compro el SPF50 o 50+ pues aunque sea una protección alta mi piel coge color y yo me siento más protegida

Tipo de piel

Centrándonos en la formulación de los protectores solares, las pieles grasas deben elegir una fórmula sin aceite para no generar brillos indeseados y que su bronceado se obtenga de forma gradual. Las pieles secas, necesitarán una composición más hidratante que contenga humectantes y emolientes para que su bronceado sea uniforme. Y las personas con la piel sensible deben considerar un producto suave y respetuoso con la dermis que no contenga ingredientes que puedan provocarles alguna irritación.

Así que no lo olvides, exfoliaciones periódicas y protección todos los días y si es necesario llevarla en el bolso para su repetición. Solo así estaremos preparadas para irnos de escapada a tomar el sol eso sí, hazlo de forma saludable y para ello puedes pasarte por los posts: “Consejos para tomar el sol de forma saludable” y “Practica el bronceado inteligente” que os dará todas las claves. Como puedes apreciar este es un tema recurrente en este blog ya que es importante tomárselo en serio

¡Practica el bronceado inteligente!

Las fotos que acompañan este post se han sacado de Pixabay y las fotos de las famosas de IMDB

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