En segundo lugar este conocimiento es práctico, quiere decir, que incluso el relato que se tiene sobre él debe ser considerado como otro tipo de práctica, la narración de lo que se sabe es una praxis añadida y que releva a la primera, necesaria para conservar tal conocimiento. El mito de Prometeo dice que el saber técnico permite hacer casas, vestidos, pero también palabras, sonidos y altares. La teoría no puede hacerse más que con objetividades, por lo tanto, la expresión de lo que hacen tiene como germen la teoría futura. Pero aun así la dificultad que entraña que todas las producciones y usos estén impregnadas con esos mismos relatos que les dan sentido,hace que no se vea diferencia entre lo que es subjetivo, y lo que es objetivo. Pero esta confusión remite a otra más profunda y es la que confunde la producción de cosas de su uso. En la comunidad la producción puede ser diversa, pero el uso, y empleo de las cosas es única, pertenece al sentido completo que aporta la comunidad. De nuevo afirmamos que esto no es así enteramente en la medida que los grupos pueden usar las cosas de manera diversa en la medida que se relacionan con otros grupos.
En tercer lugar este conocimiento no es científico, pero que no sea científico no significa que no sea útil, e incluso que no sea verdadero, pero no es verdadero en la medida que no diferencia verdad de sentido. Mayr un biólogo que trabajó a principios de siglo en Nueva Guinea descubrió que los nativos de las montañas de Afark diferenciaban 136 tipos de aves distintas, los zoólogos actuales diferencian en el mismo sitio 137. Lo que muestra es que tanto unos como otros se rigen por la objetividad que proporciona la naturaleza, y de la que dependemos unos y otros (nativos y no nativos), para sobrevivir (como también depende el cazador recolector que diferencia mucha mayor variedad plantas, o el sedentario, que sin embargo, conoce los ciclos de siembra y recogida). El conocimiento científico sin embargo, supone saber en qué consiste la diferencia entre subjetivo y objetivo (es decir, diferenciar entre lo que subyace sub-, y lo que tenemos delante ob-), como también ha de conocer la diferencia entre práctico y teórico (que no es otra cosa que saber que la práctica no es un todo compacto y que es posible ver representada tal diferencia y jugar simuladamente con ella).
La condición cuarta es que tal conocimiento es privativo. Privado se contrapone a público, y la publicidad del saber de los grupos son señales que se transmiten hacia fuera, pero lo que falta es ese espacio público donde se adviertan. La privacidad está por doquier, pero sin embargo, las reglas no se siguen en privado ya que es imposible, pero no se advierte este hecho de que las reglas sólo se siguen en comunidad, pero no de la comunidad de sentido, sino la comunidad con cualquier otro que pueda seguir tales reglas. Por supuesto, que la citada reciprocidad equilibrada supone una explicitación de la reciprocidad generalizada que se práctica en el seno de la comunidad, lo que diferencia una de otra es la rigidez de la regla, cuanto más privativa es la regla más elástica es, aunque la exigencia de rigidez sea mayor (los mitos se cuentan "siempre" igual, los cuentos son exigidos por los niños que "mantengan" la misma forma), porque la mayor elasticidad es la que exige el sentido siempre presente y a cada momento, pero que el mismo tiempo transforma. El sentido es informado por el tiempo en el que la comunidad hace cosas: relata, fabrica, festeja...
Inevitablemente este tiempo de expresión dispersa la información, y la necesidad de la repetición es urgente ante la cantidad de información que se pierde como en cualquier otro sistema complejo. El esfuerzo porque esta información no se pierda es lo que no permite que el sentido explicite y se distinga de la verdad. La identificación de aves, de plantas puede que responda a la mera contemplación, pero no puede ser el motivo principal, el motivo principal ha de ser la conservación de este grupo, y por tanto, ha de servir para la conservación efectiva de los individuos o de alguna historia que conforme las costumbres que cohesionan al grupo.
El conocimiento más importante para la comunidad se sobreentiende, se supone, es decir, es un conocimiento tácito. La expresión más explícita de este saber se da en la medida que se transmite a los niños, pero su transmisión es enteramente práctica, no son aburridos sermones ni explicaciones largas en las que se pierde el sentido (estas últimas expresiones pueden recordar al Emilio de Rousseau, que quizá habría que leerlo a partir de estas características del saber, del conocimiento que estamos describiendo). Cuando a un nativo (como en el caso del antropólogo de Wittgenstein) se le "informa" de las reglas que práctica y que el supone, no puede más que darle la risa, porque por el camino que ha llevado al antropólogo a dicha explicitación lo que ha perdido es su sentido práctico, es lo que ha olvidado el antropólogo, porque, en sentido estricto, nunca lo ha sabido, y, por tanto, no puede reducirse a conocimiento científico, ni formar parte de ninguna publicación científica. Lo máximo que puede hacer el nativo (apiadándose por otra parte del antropólogo) es proponerle que haga con él lo que el nativo hace, que juegue con él a lo que juega, sólo así ese conocimiento formará parte de él, de su sub-strato.
La consecuencia es que tal conocimiento no puede articularse, aunque tener noticia de él, solamente es posible si algún antropólogo publica algo en alguna revista, objetiva tal conocimiento pero a sabiendas, que tal conocimiento nos llega a nosotros como conocimiento perdido, y que la manera más realista de "recuperarlo" es aprendiendo que es lo que da sentido a lo que nosotros efectivamente hacemos, aunque nuestro hacer objetivo, público, no se parezca al de los nativos.
Por eso en cierto modo puede transmitirse no sólo en el seno de una comunidad, sino que entre comunidades también pero, en este caso, sólo puede transmitirse este saber privativo si ya se tiene uno.
La explicitación de la regla, la constitución de sociedades extensas, el establecimiento de la política pasa necesariamente por discernir la verdad del sentido. Pero esta operación no es intelectual ha de ocurrir como resultado de las mismas acciones. Las sociedades extensas reclaman que los intercambios sean claros y las reglas lo más explícitas posibles, no es casualidad que en un momento de la historia asociada a la mayor producción, a una mayor población, a una división del trabajo, apareciera la escritura, el dinero como formas de controlar la cantidad de información que se dispersaba y que las antiguas costumbres no eran suficiente. Se reclama con ello la verdad (verdad como correspondencia, coherencia y pragmática, que permite el cálculo y la contabilidad) en los intercambios, no solamente que tengan sentido. Esto no significa que el conocimiento que los seres humanos manifiesten en sus acciones deje de ser: subjetivo, práctico privativo, tácito, no articulable.