La exposición

Por Una Mochila Abierta

Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Artista lo llamabais…Me decía que yo era su Monet, su Amanecer, su nenúfar. Una obra tan bella que nunca debía salir de casa para que no me robaran y así me exhibía ante sus amigos. Todo fue surrealista, me sentía Galatea cuando me miraba al espejo, eternizando mis tardes en La muchacha en la ventana y derritiendo mis horas como en La persistencia de la memoria. Frágil, como las extremidades de un elefante de Dalí.Ahora fui yo la artista, el pincel…Y ahí lo tenéis, en el suelo, salpicado de rojo como un lienzo de Jackson Pollock.